Cuatro mujeres que asumen la maternidad compartida de una beba nacida por subrogación de vientre. Con ese argumento como pilar de la historia, “Pequeña Victoria”, la nueva novela de Telefe, deja atrás los típicos argumentos rosas que se emitían en el horario prime time e invita a reflexionar sobre las múltiples posibilidades que tiene hoy la familia. Incluso, va un paso más allá: quien donó el esperma -y quien terminará siendo una de las cuatro madres- es una mujer trans, interpretada por Mariana Genesio Peña.
Atentas a lo que ocurre en la agenda social, estas producciones palpan las problemáticas que están en auge en un sector social y las retoman en la ficción. No es la primera vez que se pone en marcha este procedimiento. En una búsqueda por dejar atrás el conservadurismo de la televisión, en los últimos dos años se emitieron series que se animaron a tocar sin prejuicios temas antes tabú para la TV. “Las Estrellas” (El Trece, 2017) contó en un canal de aire una historia de amor lésbico y recreó el mundo de la prostitución con una nueva perspectiva: la mujer decidía hacerlo como trabajo que le permitía una retribución digna y no había proxenetas como intermediarios.
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Y el año pasado “100 días para enamorarse” (Telefe) fue furor por llevar a la pantalla la transexualidad, la autopercepción en la adolescencia, la militancia LGTBIQ y el aborto. Parece que es lo que la sociedad del 2019 quiere ver: estas dos novelas fueron un éxito de audiencia y se coronaron con varios premios. “Pequeña Victoria”, por ahora, se encamina hacia el mismo lugar: tuvo un pico de 17.2 puntos de rating en su estreno y los capítulos emitidos hasta ahora se emitieron como lo más visto del día, con un promedio de 15 puntos y por encima del clásico “Showmatch”.
Romper esquemas. “Es completamente positivo que en un horario de prime time en la televisión, en uno de los canales con más vista, se toquen estos temas. Le da visibilidad a prácticas sociales que ya ocurren. Debatir acerca de qué papel tenemos las mujeres, las madres, qué pasa dentro de nuestras carreras laborales a partir de la maternidad es un debate sumamente positivo que hay que instalar porque ahí hay muchos mandatos en juego”, señala María Laura Giallorenzi, socióloga y becaria doctoral del CONICET especializada en estudios de género.
Hasta hace algunos años el conflicto principal de los personajes femeninos en las novelas era superar barreras para lograr un romance idílico con un hombre. Hoy se redobla la apuesta y el planteo se complejiza mucho más. Julieta Díaz, quien interpreta a “Jazmín” da el puntapié de la historia con una controversia recurrente en la vida real pero que genera cuestionamientos: quiere ser madre pero sin transitar un embarazo porque pone en juego su éxito laboral. En la misma línea, nunca antes un personaje se había sentado frente a cámara para asumir su cambio de rol de género, como sí sucedió en “100 días para enamorarse”.
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Maite Lanata, en la piel de “Juani”, se cortó el pelo entre lágrimas para transformarse en hombre. En esa misma novela, se expuso el pañuelo verde por la legalización del aborto. Mucho menos se había visto una escena de sexo entre mujeres que no tuviera como finalidad excitar a un hombre sino reflejar su amor, como lo representaron Julieta Nair Calvo y Violeta Urtizberea en “Las Estrellas”.
“Esta bueno que una novela lo tome, le de identidad, lo legitime. Sirve para discutirlo y darle una densidad. Pero no me parece que cambie la perspectiva: toma lo que ya está en la discusión pública. Tampoco se trata de visibilizar porque no hay nada invisible en el tiempo de las redes sociales. Entonces ya no se trata de eso, se trata de comprender, de convocar, de invitar a otra gente. Eso sí sería algo verdaderamente revolucionario”, argumenta Adriana Amado, analista de medios.
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Debates. Como era esperable en una trama que problematiza estas cuestiones, generó polémicas. Ya en el primer capítulo hubo críticas en las redes por cómo se interpretó el parto -muchos entendieron que fue violento- y, especialmente, cómo se trató la subrogación de vientre, que en Argentina no es legal. "Mostraron cosas que acá en la Argentina están prohibidas", señaló la periodista Marisa Brel, quien se convirtió en madre gracias a este procedimiento.
Giallorenzi explica: “No es un contenido formativo porque hay elementos que no guardan relación con lo que sería en la vida cotidiana llevar una práctica de esa índole. Pero me parece que sirve problematizar estas cuestiones porque, si bien hay un proceso de masividad en el movimiento feminista en Argentina, hay sectores que no están habituados a estos temas: a deconstruir el modelo biparental de la familia, a pensar en familias ensambladas, a pensar que se puede maternar en conjunto con otras mujeres o con otros hombres”.
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Prostitución, lesbianismo, aborto, transexualidad, maternidad múltiple, subrogación de vientre, sororidad y feminismo. Con el empuje social, la televisión se aleja de su tradicional función pasatista y apuesta combinarla con temáticas que invitan a cuestionar los mandatos sociales y el paradigma familiar. En épocas de visibilidad y deconstrucción, quedan pocos temas por tocar en la TV abierta.
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