Tuesday 15 de October, 2024

CIENCIA | 13-10-2024 23:04

Demencias: prevenir entre los más pobres con políticas que apunten a una vida saludable

Estudios publicados recientemente muestran que los factores sociales y ambientales pueden ayudar a predecir el deterioro cognitivo, más que la genética. Advierten que es imprescindible invertir en prevención entre personas con riesgo de tener, entre otras, Mal de Alzheimer.

Cada tres segundos alguien, en algún lugar del mundo, desarrolla alguna demencia. Si para el año 2030 los especialistas estiman que habrá al menos 82 millones de personas diagnosticadas con demencia, esa cantidad saltará en el 2050 a los 152 millones, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). 
La demencia es una pérdida de la función cerebral que ocurre a causa de ciertas enfermedades y que afecta a una o más funciones cerebrales como la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio o el comportamiento. Es un trastorno neurocognitivo mayor y el Mal de Alzheimer es el tipo más común de demencia, aunque no el único. La mayoría de las demencias son degenerativas e irreversibles, además de progresar en gran parte de los casos sin síntomas realmente evidentes durante años. 
Mientras las investigaciones científicas se centran en gran medida en dos factores: la detección temprana y los tratamientos cuando hay diagnóstico, otros estudios buscan cómo trabajar para prevenir la demencia en la población de riesgo, dado que hacer esto último  ayudaría y mucho a reducir los gastos posteriores de atención y tratamiento de esta enfermedad. 
Con un costo global que actualmente supera los mil millones de dólares pero que puede llegar a casi tres billones de dólares hacia el año 2030 según OMS, la incidencia de la demencia es mayor en los países de bajo y medio ingreso, donde los determinantes sociales sanitarios tienen un papel fundamental en su prevalencia.
En América Latina, un estudio reciente publicado en el International Journal of Geriatric Psychiatry, halló que las personas mayores dependientes de cuidados tienen más probabilidades de experimentar soledad y aislamiento social, factores que agravan la demencia. A partir de los resultados, los investigadores recomiendan políticas públicas para garantizar un envejecimiento saludable.

Neuronas y Alzheimer.

Mirar a futuro

“Con el aumento de la esperanza de vida y el rápido envejecimiento, hay un número cada vez mayor de personas mayores que presentan deterioro funcional, mayores necesidades de atención y apoyo y que corren un mayor riesgo de interacción social insuficiente -resumen Qian Gao y colegas, autores del ensayo-. Las investigaciones longitudinales sobre la interacción entre la soledad, el aislamiento social y la dependencia de cuidados siguen siendo limitadas. Por lo tanto, este estudio tuvo como objetivo investigar la asociación recíproca longitudinal entre el aislamiento social/la soledad y la dependencia de cuidados entre los adultos mayores en América Latina y China”. Y concluyen: Las personas mayores que dependen de cuidados corren el riesgo de desarrollar soledad y aislamiento social. Es fundamental crear modelos de atención complejos que utilicen un enfoque social para abordar las necesidades sociales y de atención de manera integral, especialmente para el grupo de personas mayores con capacidad funcional en declive”.
Otro estudio en Latinoamérica, publicado en Alzheimer’s & Dementia, observó que los factores sociales y ambientales son incluso más relevantes que la genética para predecir la prevalencia de la demencia. Esto significa que el nivel educativo, el acceso a la atención médica y las experiencias de segregación racial pueden explicar las disparidades en la incidencia de la demencia en las minorías raciales y étnicas.
“Estos hallazgos resaltan que los factores sociales y ambientales, a diferencia de la ascendencia genética, probablemente desempeñan papeles más críticos en la determinación de las disparidades raciales en el rendimiento cognitivo y la prevalencia posterior de la demencia”, concluyen Jorge Llibre Guerra, del Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, y colegas. Explica que intervenciones como mejorar la educación y facilitar la atención sanitaria para reducir las disparidades no solo podrían reducir la incidencia de la demencia, sino también de enfermedades no transmisibles.
“Este enfoque también alivia las presiones económicas sobre las familias y los servicios sociales, lo que la convierte en una estrategia rentable para mitigar los impactos de la demencia, particularmente en poblaciones diversas como las de América Latina”, señala Llibre Guerra.
Sin cura y con el progresivo envejecimiento de la población mundial, la tendencia es al aumento del gasto en atención a la demencia. Una revisión publicada en el Journal of Prevention of Alzheimer’s Disease, concluyó que la prevención temprana de la demencia, dirigida a grupos de riesgo, es relativamente barata y puede reducir los costos posteriores relacionados con la atención y los tratamientos de las personas con demencia.
“Desde una perspectiva económica, la demencia es un desafío importante para las economías de todo el mundo debido al aumento de los costos. Dado que no hay cura a la vista, la prevención parece el enfoque más prometedor para reducir el costo de la atención médica debido a la demencia. Por el contrario, aproximadamente el 40% de las demencias se atribuyen a factores de riesgo modificables y los primeros estudios mostraron que las intervenciones multidominio pueden ser efectivas para prevenir la demencia. Considerando la creciente carga económica, para muchas administraciones sanitarias en todo el mundo, la relación costo-efectividad juega un papel importante”, advierten en su paper Alexander Braun y colegas, desde Austria.
Los investigadores querían saber si la prevención para personas con riesgo de demencia podría ser rentable, es decir, si el gasto financiero en una determinada acción generaba algún impacto positivo. Para ello, compararon datos de siete estudios, de un total de más de 3.600 estudios sobre el tema.
Braun, del Instituto de Gestión Sanitaria del IMC Krems, en Austria, y autor del trabajo, señaló que la revisión muestra que los programas de prevención de la demencia representan ahorros. De media, cada intervención costó 472 euros por persona. Por tanto, afirma, el costo puede verse como una inversión en salud.

Adultos mayores y vida social.

Sistemas colapsados

 “En los países de ingresos bajos y medios hay sistemas de salud frágiles que colapsaron durante la pandemia. Si no se hace nada en materia de prevención se espera que los sistemas de salud se vean gravemente afectados en los próximos años debido a la alta incidencia de demencia”, advierte Natan Feter, del Programa de Posgrado en Epidemiología de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), Brasil.
Una revisión sistemática llevada a cabo en el año 2022 encontró que la tasa de prevalencia de la demencia es mayor en países de América Latina y el Caribe, en comparación con Europa y los Estados Unidos.
De acuerdo con Feter, los estudios demuestran que la prevalencia de los principales factores de riesgo de demencia es mayor en las poblaciones de bajos ingresos, debido a que tienen un acceso limitado a medidas preventivas y atención médica. “Los bajos ingresos y el bajo nivel educativo son factores de riesgo conocidos para la demencia -puntualiza-. Además, la falta de acceso a la salud preventiva, como el control de factores de riesgo cardiovascular y actividades cognitivas y físicas, contribuye al aumento de la incidencia de la demencia”. 
Sin embargo, según el estudio austríaco, la rentabilidad potencial de las medidas de prevención será mayor si se aplican temprano y se dirigen a grupos de riesgo, más que a personas que ya muestran síntomas. Además, hay indicios de que la prevención basada en el estilo de vida de las personas de mediana edad puede ser una buena estrategia.
Otra alternativa es adoptar estrategias multidominio: se trata de intervenciones que abordan una enfermedad, como la diabetes, y también tienen efectos directos en la reducción de los factores de riesgo de demencia.
Según la OMS, las crecientes tasas de obesidad, dieta inadecuada y falta de actividad física han contribuido a más que triplicar el número de adultos con diabetes en el continente americano en los últimos 30 años. “Tratar adecuadamente la diabetes con programas de prevención personalizados tendría un efecto tremendo en la incidencia de la demencia”, enfatiza Braun.
En particular, la diabetes figura entre los 12 factores de riesgo de demencia potencialmente modificables elaborada por The Lancet Commission en 2020, que son responsables del 40 por ciento de las demencias en el mundo y que podrían prevenirse o retrasarse.
Para Feter se ha avanzado en la concienciación sobre este trastorno, pero aún queda mucho por hacer. “Podríamos evitar la mitad de los casos con medidas preventivas, aun cuando seguiría aumentando el número de casos, en gran parte debido al envejecimiento y al crecimiento de la población”.


SciDev y Andrea Gentil

 

Galería de imágenes

Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

Comentarios