★★★ Lo bueno de Batman es que su humanidad permite que los autores de cine puedan “hacer la suya” con cada película. Podemos hablar del Batman de Tim Burton o del de Christopher Nolan (y descartar el de Joel Schumacher). También podemos hablar del de Matt Reeves, que intenta en esta versión un juego absolutamente paradójico: reproducir el juego prismático del diseño de un cómic (viñetas) y lograr una inmersión en el mundo que plantea a través de dos factores: una oscuridad constante -que refleja, como en el buen melodrama, el ánimo de sus criaturas- y una cámara casi subjetiva. Hay momentos de gran invención visual (Batman iluminado solo por ráfagas de armas; el prólogo subjetivo que preludia y espeja la historia del héroe) etc. Y la deuda con esa gran historieta que fue Año Uno, de Frank Miller, está clara. Pattinson es un Batman que muchas veces falla, todavía lejos del Mejor Detective del Mundo. La historia cuenta con resoluciones de una torpeza monumental, propias de estudiantes reprobados de escritura creativa (un audio grabado en sesión de tortura por la víctima, por ejemplo) con mucho ad hoc desprolijo y secuencias inconsecuentes (¿la persecución del batimóvil? Brillante en lo visual, inútil narrativamente). Esas torpezas disuelven el impacto de un mundo que podría conmover si solo alguien hubiera corregido lo escrito antes de ir a a pantalla.
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