*** Un slayer. O sea, una película donde un tipo con una máscara mata jóvenes un poco porque está loco y un poco porque son jóvenes. El orden de las causas, dicho sea de paso, puede invertirse.
Pero también una película que intenta por muchos medios (el melodrama, cuestiones psicológicas, el estilo a veces surreal, el uso de la cultura pop) desmarcarse del punto de partida. Claro que la marca es a presión, hombre a hombre y con alargue, así que mucho no le sale.
Pero se nota que, detrás de este producto que pasará más o menos inadvertido, hay alguien que sabe por lo menos de encuadrar y de montar, y de hacer que las imágenes duren lo que deben en la pantalla.
Así, aunque el arranque es moroso -con presentación de hermanas en reencuentro, fiesta descontrolada entre jóvenes, música electrónica y el primer crimen- todo cobra un tinte de pesadilla bastante logrado (drogas mediante: de todos modos hay algo moralista en el cine de terror).
Un ensayo más que un film, pero con algunos momentos buenos.
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