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COSTUMBRES | 01-03-2016 18:58

Guía para mascotas

Desde restaurantes a tiendas de decoración y moda, cada vez más lugares permiten ingresar con perros. Restricciones, servicios y los sitios más pintorescos.

Imaginen este escenario: es sábado al mediodía y se están preparando para salir a dar un paseo. Si el clima acompaña, el programa posiblemente dure hasta la tardecita. En el ínterin, la mascota espía los movimientos con expresión decaída, porque sabe que se avecinan varias horas de soledad. Cuando la puerta finalmente se cierra, a uno y otro lado las sensaciones inmediatas son de tristeza.

Todos aquellos con mascota conocen de memoria esta situación. A la alegría de los planes de ocio muchas veces se le contrapone la lástima de tener que dejar al perro en casa. “Desde que el mundo es mundo, los perros han tenido el rol de amigos de las personas, casi de confidentes. Hoy tienen más protagonismo que nunca en la vida urbana, y sin embargo, aparte del parque, no tenemos demasiados lugares adonde ir con ellos”, apuntan Isabel de Estrada y Melina Zukernik, autoras de “Buenos Aires Guau” (Ediciones Larivière), la primera guía de lugares “dog friendly” de la ciudad creada, justamente, con el propósito de que esta situación se repita cada vez menos. “Creemos que las ciudades más avanzadas en términos de desarrollo humano ya van en esta dirección”, sostienen ambas, “y queremos ayudar a que esta tendencia cobre impulso y se consolide”. En ese plan, incitan al lector a atreverse a preguntar en los lugares que frecuenta si puede ir con su perro, y así, aunque el encargado de turno diga que no, la pregunta insistente de él y varios más podría hacer que en algún momento comience a considerarlo.

El libro hace una selección dividida por barrio de establecimientos en los que no hace falta preguntar, porque los amigos de cuatro patas son más que bienvenidos. De Barracas a Belgrano, algunos elegidos imperdibles.

La Boca y Barracas. La vida en permanente contacto con la naturaleza de Francis Mallmann lo vuelve un candidato perfecto para este movimiento. Su restaurante Patagonia Sur, en La Boca, se inscribe en la tendencia dando el ejemplo: no sólo recibe Francis sino también Luna, su perrita boquense. Otros perros pequeños también están invitados, pudiendo permanecer tanto dentro como fuera y con bowls de agua a disposición, aunque deben estar siempre con correa. Y aunque Francis no siempre está, Luna sí.

El polo gastronómico de la avenida Caseros esgrime gran amor animal. Comienza en Hierbabuena, un deli natural que hace fresquísimos wraps, sándwiches, ensaladas y hasta pizzas vegetarianas, donde es posible sentarse con perros chicos en las mesas de exterior. Y también sobre la avenida Caseros, el restaurante homónimo se presenta como “dog friendly”. En su vereda es posible degustar alguno de sus platos de cocina porteña en compañía de la mascota, sin restricción de tamaño y con agua disponible.

San Telmo. En el anticuario de Gabriel del Campo también hay perras anfitrionas. Son Zulma y Osa, que visitan el local frente a la plaza Dorrego todos los domingos. Otros amigos sin distinción de tamaño pueden entrar y conocer las exquisiteces que Gabriel halla, restaura y cura.

Y en plan de oficios bellos, el de Carlos Pallarols es uno de los más increíbles y destacados. El talentoso orfebre abre las puertas de su taller a humanos y mascotas, todos recibidos por los alegres Vladimir y Hamlet, sus propios perros.

Retiro. Uno de los locales de decoración más elogiados de la ciudad, 30 Quarenta, ostenta en su puerta un simpático guardián: Angus, el bulldog francés del lugar, es muestra cabal de la amistad perruna que aquí se prodiga. Eso sí, los que entren aquí deben llevar correa y portarse muy bien, porque hay muchos objetos –hallazgos– que pueden romperse. Llegando a la esquina, nada mejor que dejarse tentar por las delicias del día de Farinelli. Allí todos los perros pequeños pueden entrar siempre y cuando mantengan su correa puesta. Y no tendrán comida a la altura de la nuestra, pero sí agua fresca.

Palermo. El hotel boutique Cristóforo Colombo cuenta con 261 habitaciones, todas equipadas para recibir humanos y perros. “Hemos tenido hasta parejas de luna de miel con sus perros”, relatan. Siempre con correa, se reciben perros chicos y medianos.

Unas cuadras más allá, uno de los delis más tradicionales y queridos de Palermo suma, subiéndose a esta tendencia, una nueva razón para visitarlo: en el pequeño Oui Oui los mejores amigos del hombre son recibidos con brazos abiertos. “Se han visto perros sentados en las sillas para el brunch del sábado, leyendo el diario”, bromean las autoras del libro.

Colegiales y Belgrano. Desde Colegiales, el siempre rebosante Loreto combina su menú fresco con el permiso para que acompañen perros de todos los tamaños, siempre con agua y correa a mano. En Belgrano,  la versión de Croque Madame del Museo Larreta es un refugio para animales y humanos con su patio pleno de sombra. Entre tortas, budines y sándwiches, la compañía de los perros será un lujo extra, en el que además se les permite estar sueltos y no tienen distinción de tamaño.

A lo largo y ancho de la ciudad, la movida a favor de la integración de las cuatro patas continúa expandiéndose. Con suerte no será tendencia, sino hábito.

por Vicky Guazzone

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