** Se vende, se proclama, que esta serie combina el terror con un alegato contra el racismo. Es cierto: cada frase de cada personaje, cada acción, cada segundo nos recuerda que el sur de los EE.UU. (todos los EE.UU., de hecho) en los años 40 eran puro racismo. Dirá el lector “bueno, pero era así”. Responderá el redactor: a veces la verdad no resulta verosímil como ficción. Todo está subrayado y sobreexplicado, desde la imagen hasta los diálogos, como si no se confiara en la inteligencia del espectador. Bastan los primeros cinco minutos para que entendamos todo. Quedan, por capítulo, otros cincuenta. La trama es del tipo que imaginó Lovecraft (aunque ciertos autos parecen provenir del universo de Stephen King) y también se menciona a Edgar Rice Burroughs. Si el fin es decir que la literatura popular es el mejor vehículo para las ideas “serias”, también se agota en cinco minutos.
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