Las apocalípticas inundaciones en España pusieron de nuevo en primer plano el tema del cambio climático y las terribles consecuencias que destacados científicos han venido profetizando. Están quienes las niegan, sin fundamentos claros y más bien como una bandera política. Pero la catástrofe española está a la vista y es una prueba fatal de que una mala política causa muchas muertes.
Es cierto que productores de algunas potencias, como Estados Unidos y Francia, rechazan los criterios de sustentabilidad porque consideran que es un mal negocio para ellos. Pero también es verdad que casi todas las grandes corporaciones tienen sus Reportes de Sustentabilidad, que incluyen lo que hacen para preservar el medio ambiente. Más allá de que a partir de 2025 en la comunidad europea serán obligatorios esos informes, las empresas hacen esos reportes no tanto porque los gobiernos lo pidan, sino porque los inversores lo exigen. O sea, son los inversores los principales destinatarios de esos reportes.
Cuando hace más de veinte años Adolfo Sturzenegger (padre) hizo un estudio para el Foro Ecuménico Social sobre estas cuestiones con uno de sus hijos, Germán, y Mariano Flores Vidal, poco se hablaba de estos temas. Allí se fijaron cuatro dimensiones: Institucional, Económica, Ambiental, y Social.
La dimensión ambiental incluyó dos aspectos: el Interno y el Externo, el primero dirigido esencialmente al ahorro de recursos ambientales no renovables, y el segundo orientado a reducir los niveles de contaminación.
Eso sirvió para hacer índices para calificar a las compañías, con ítems tales como: tecnologías ahorradoras de energía, agua, combustibles, materias primas, que generan costos ambientales y productos tóxicos, programas de reducción de residuos sólidos y de reciclaje de desperdicios y materiales, monitoreo, programación y selección de tecnologías acerca del impacto ambiental negativo que se deriva de las actividades de la empresa y de las formas para reducirlo, y programas para generar compensación ambiental por daños ecológicos.
Desde entonces son muchas las empresas que ganaron premios. Son tantas, que ese Foro decidió hacer una suerte de Top 50 entre las que más se destacan. En general los informes cumplen con los criterios más importantes, y es difícil decir que alguna es la mejor, aunque sí hay otras que presentan informes que parecen más un folleto que un reporte minucioso y estricto.
Vale decir que, salvo algunos multimillonarios enrolados en causas de extrema derecha, nadie discute hoy en el ámbito empresario la necesidad y validez de las acciones que buscan cuidar el desarrollo sostenible.
Por eso no se entiende a quienes rechazan los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que en el número 13, "Acción por el clima" se comienza advirtiendo: “El cambio climático afectará a todas las personas de todos los países de todos los continentes de alguna forma. Se avecina un cataclismo climático y no estamos preparados para las posibles consecuencias.”
Pues bien, ese cataclismo ha llegado a Valencia y el Gobierno, obviamente, no estaba preparado para afrontarlo, y las consecuencias están a la vista: innumerables muertes, destrucción, angustia, perplejidad.
Habrá políticos o productores que sigan rechazando la llamada Agenda 2030 de la ONU, y quienes los voten deben saber lo que les espera. Mientras tanto resulta alentador que muchos gobiernos y empresas (aun pequeñas y medianas) se preocupen para mejorar las condiciones de vida de las sociedades.
*Fernando Flores Maio es sociólogo, periodista, escritor y director del Foro Ecuménico Social.
por Fernando Flores Maio
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