Clima que no se ve, pero se siente
Muchas empresas invierten en atraer talento, pero no en retenerlo.
El clima laboral no se mide en planillas, pero impacta en todo: productividad, compromiso, ausentismo, rotación.
Las personas no renuncian a las empresas. Renuncian al destrato, a la indiferencia, a liderazgos ausentes o autoritarios.
Y mientras los líderes están resolviendo urgencias, hay señales que pasan desapercibidas:
- Silencios incómodos
- Comentarios sarcásticos que nadie responde
- Gente que cumple, pero ya no vibra
Un caso real: cuando el cambio se hace cultura
Acompañé durante siete años a una gran empresa que, al iniciar el proceso, tenía indicadores de clima muy bajos.
El CEO comenzó un trabajo personal, y luego decidió extenderlo a toda la organización: desde gerentes hasta quienes atendían al público.
Su objetivo era claro: construir una cultura basada en el respeto, la escucha, el protagonismo y la cercanía. Crear un ambiente donde se pudiera hablar sin miedo y generar entusiasmo.
Con el tiempo, la transformación fue evidente. La empresa llegó a ser reconocida entre las mejores para trabajar, según una de las principales organizaciones que evalúan clima laboral.
Pero lo más valioso fue escuchar a la gente decir:
“Acá se puede hablar.”
“Me escuchan.”
“Puedo crecer.”
El aire que no se ve
Cuidar el clima laboral no es solo un KPI. Es una práctica diaria que transforma realidades.
El clima es como el aire: no se ve, pero si está cargado, todo se vuelve más difícil.
Podés tener la mejor estrategia, pero si el equipo no está bien, nada fluye.
Y si hoy te dijeran que tu mejor empleado está pensando en irse… ¿qué cambiarías?
Cada líder tiene la oportunidad de crear un entorno donde las personas quieran quedarse. Porque las empresas que cuidan a su gente, son las que hoy marcan la diferencia.
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