Por los vaivenes económicos y las trabas a las importaciones tardó en llegar, pero finalmente está en el país. Se trata del Peugeot 2008, un SUV compacto que se basa en el 208 que ya conocemos.
Aparece en un contexto de mercado muy competitivo ya que además de los jugadores de peso como el Ford EcoSport, Renult Duster y Chevrolet Tracker se suman el nuevo Honda HR-V, el Jeep Renegade de inminente lanzamiento, y se sumarán el Hyundai Creta, Lifan X60 entre otros.
El Peugeot 2008 se ofrece únicamente con tracción delantera. En cuanto a los motores son dos y nafteros. Uno es el 1.6 de 115 caballos, que es el mismo del 208, que puede ir acoplado con una caja manual de cinco marchas o una automática de cuatro (algo casi en desuso) y el otro es un 1.6 pero turboalimentado que eroga 165 CV y que le garantiza una de las respuestas más deportivas en su segmento: supera los 200 km/h de velocidad máxima. Este por ahora solo se ofrece con caja manual de seis marchas aunque tal vez en un futuro se sume una automática también de seis. La variante diésel por ahora no está en los planes de la marca.
Exteriormente luce un diseño moderno con detalles que le aportan categoría, como los cromados en el marco de las ventanas posteriores y el alerón, luces led, techo panorámico y barras de techo que asoman desde unas marcadas nervaduras dándole un toque de originalidad a su silueta.
El interior es muy similar al del 208 con un volante pequeño y el tablero de instrumentos proyectado hacia adelante junto a la pantalla touch que sobresale del centro.
A pesar de su altura, que lo lleva a tener un centro de gravedad más elevado, la tenida en ruta es muy buena, haciéndonos olvidar por momentos que estamos sobre un SUV. Hay algunos detalles que podrían mejorar como la rueda de auxilio temporal o los anclajes Isofix, pero el combo en general es positivo. Sus precios son altos pero están en relación con la competencia. Peugeot busca vender 10.000 unidades por año y tener un 15% de la torta del segmento en un contexto competitivo.
*Editor Revista Parabrisas.
por Augusto Brugo Marcó*
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