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POLíTICA | 24-07-2016 06:03

El plan de Macri contra "Ventajita" Massa

El PRO enfureció por sus críticas al tarifazo. El antídoto: atacarlo con su pasado K.

Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa”, repetía siempre el escritor español

Enrique Poncela. A casi cien años del fallecimiento del dramaturgo, su frase sigue funcionando para explicar la complicada relación que hay entre el Presidente y el líder del Frente Renovador. Después de idas y vueltas con una eventual alianza y de autotiluarse como “la oposición responsable”, Sergio Massa se muestra hoy más duro que nunca contra el Gobierno y coquetea con la idea de una oposición abierta. En el oficialismo mastican la bronca contra “Ventajita” -como lo llama el Presidente con bronca entre sus hombres de confianza- y aguardan con impaciencia el momento en que comienze una guerra política que, creen, es inevitable.

Parece increíble que a fines de enero, hace menos de seis meses, Massa fuera el elegido a dedo por el Presidente para acompañarlo al importante viaje a Davos, dando inicio a un fenómeno que duró hasta hace poco: el acercamiento calculado entre los dos principales figuras políticas de la Argentina. Pero en este tiempo algo se rompió. El esposo de Malena Galmarini comenzó a jugar su típico juego -una medida combinación de críticas y elogios- y aprovechó el envión antitarifazo para lanzar golpes marketineros al Gobierno. Desde entonces la relación parece insostenible y sólo falta que alguien dé el primer paso y ventile lo que se viene rumiando: que la guerra, largamente postergada, está llegando.

Nunca más. “¿¡Por qué nadie dice que Massa fue funcionario del kirchnerismo!? Si fuera por él los jubilados de este país se morirían esperando el cobro de los juicios, es un caradura”, dice colérico uno de los ministros con más llegada a Macri, haciendo referencia a la época del tigrense como jefe de Gabinete y director de la ANSES durante el gobierno K. En el oficialismo hay mucha bronca con Massa, en especial desde que se lanzó en un raid mediático para criticar públicamente y sin tapujos los incrementos en las tarifas y en especial el del gas. “Me acaba de mandar Malena la factura, se multiplicó por cinco. Mi esposa me dijo que ahora va a tener que 'salir a yirar'”, tiró el 5 de julio en medio del programa de TN “Los Leuco” y para sorpresa de los periodistas. Menos de una semana después publicó una carta en su Facebook, dirigida a Macri, donde alertaba que el crecimiento de los costos de los servicios públicos “ponían en riesgo la salud y el empleo de millones” de argentinos y criticaba al Gobierno por su “falta de profesionalismo por haber tomado decisiones de manera intempestiva e improvisada”. “El aumento debe ser asumido como un error serio y debe corregirse urgentemente para evitar que sigan provocando daños irreversibles”, cerraba el comunicado. Esa fue la última gota que rebalsó el vaso.

Desde entonces el oficialismo aceleró los planes de contención y contraataque a Massa, a menos de un año de las primeras elecciones nacionales que deberá afrontar el Gobierno y que, por ahora, dan al tigrense como el mejor candidato y a Margarita Stolbizer (ver recuadro) como la segunda política con mejor imagen positiva. En el PRO están muy confiados en su “bala de plata” que combatirá al Frente Renovador: el pasado kirchnerista de Massa, condición que hoy, después de los casos de López, Flor K y Lázaro Báez, parece de peso a la hora de restar votos. “Si en la campaña centramos las críticas en ese punto le vamos a ganar sin problemas”, se regocijan entre sí los comunicadores del macrismo y aseguran que será ahí donde estará el foco del debate y de la pelea en los próximos comicios.

De aquí para allá. Hubo otra imagen que irritó al Gobierno. Fue el 14 de julio, cuando Miguel Pichetto, jefe de la bancada de senadores K, y el diputado Juan Manuel Abal Medina, entre otros, se fotografiaron junto a Massa visitando una autopartista en Tigre. El otrora aliado macrista quedó pegado ahí a dos figuras fuertes del kirchnerismo -aunque ahora tomaron cierta distancia- y a las duras críticas que estos le hicieron ese día al Gobierno. Fue una sorpresa también para Stolbizer, con quien se viene mostrando muy cerca de una alianza. “Massa siempre hace ese juegito de aparecer con varios, cuando él defina qué quiere hacer vamos a definir nosotros”, aseguran desde el entorno de la líder progresista.

Sin embargo, desde el massismo se desentendieron del significativo encuentro con Pichetto y Abal Medina. Primero aclararon que ya había habido otra reunión pública con el senador -aunque esta fue en el Congreso y dentro del marco del debate por la ley antidespidos-, y después le bajaron el tono. “Nosotros escuchamos al presidente del PJ y, aunque respetamos sus intenciones, hoy nuestras prioridades son otras”, dijo Felipe Solá, rechazando la invitación de Gioja para volver al partido. Después completó el diputado massista Alejandro Grandinetti: “No vamos a permitir amontonarnos con dirigentes que tienen causas en la Justicia, lo único que nos interesa es lograr leyes para la clase trabajadora ”.

Por ahora Massa sigue bailando sobre una cuerda floja que cada día es más fina. Como un joven indeciso y a punto de perder la virginidad, el político con mejor imagen del país hoy juega y coquetea con todos: el peronismo más duro, la progresista que es amada por la clase media de toda la región, y todavía se guarda cierto margen para volver a la “oposición responsable”. En la vereda del Gobierno cuentan los días que faltan hasta que puedan romper el silencio. Massa tendrá que tener cuidado de no quedarse sin el pan y sin los votos. 

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