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MUNDO | 13-05-2017 00:00

Los soviets de Maduro, su solución para saltar la constitución

Maduro enfrenta la sublevación con totalitarismo mientras el populismo hace crecer la ultraderecha francesa.

Totalitario, anacrónico y absurdo. Así es el salto que intenta dar Nicolás Maduro para salir del laberinto por arriba, como recomendaba Marechal.

No tiene la espontaneidad colectiva de la Comuna de París en la rebelión contra el gobierno impuesto por el káiser Guillermo I. En Venezuela, las masas sublevadas están contra Maduro. La asamblea constituyente que intenta el dictador chavista, mientras reprime brutalmente la rebelión popular, se inspira en el movimiento que permitió a Lenin crear el primer régimen de partido único.

Por entonces, se justificaba pensar que Rusia estaba alumbrando una sociedad igualitaria, donde no existieran el hambre y la explotación. Pero lo que vino fue el Estado policial, con campos de concentración, genocidios y la fracasada economía colectivista de planificación centralizada.

Si el gobierno de transición que encabezó Kérensky tras la caída del zarismo hubiera alcanzado a realizar las primeras elecciones libres de la historia rusa, posiblemente habrían ganado los mencheviques, a pesar de que su nombre aludía a la facción minoritaria del Partido Obrero Socialdemócrata.

Precisamente por el riesgo de perder en elecciones abiertas, es que Lenin exclamó “todo el poder a los soviets” y produjo el movimiento por el cual los bolcheviques desplazaron a las otras facciones en octubre de 1917.

Los soviets eran consejos de trabajadores controlados por la facción radicalizada. Por eso otorgaron todo el poder a los bolcheviques, la facción que enterró las urnas y construyó un régimen de partido único.

Era un acontecimiento inédito. Un hecho sin pasado. La sociedad sin propiedad privada ni ricos, parecía posible. La “dictadura del proletariado” podía ser, como decía Marx, la vía hacia el comunismo libertario. Pero la historia demostró que la creación de Lenin, el partido único, fue el instrumento de Hitler y de Mussolini, así como de los dictadores comunistas que crearon burocracias totalitarias y el modelo económico que terminó colapsando o reciclándose en capitalismo.

El populismo modelo siglo 21 plantea regímenes mayoritaristas, pero sin llegar al partido único. Tiene elementos del totalitarismo, pero no es abiertamente totalitario. Maduro está rompiendo esa regla y, si en la región y en el mundo aún hay quienes lo apoyan abiertamente o guardan silencio cómplice frente al hambre, la insalubridad y la criminal represión que impone, es porque desde las arcas chavistas, colmadas por el narcotráfico y el contrabando ilegal de petróleo, se financian dirigencias en casi todos los países latinoamericanos. La valija de Antonini Wilson es un ejemplo ínfimo de lo que existe a gran escala y llena bolsillos de dirigentes que apoyan al chavismo, o callan vergonzosamente.

Pero más allá de las dirigencias compradas con dinero chavista, hay mucha gente que detesta tan profundamente la democracia liberal, que sigue dispuesta a creer en todo aquel que la enfrente. Por eso en las urnas francesas volvió a crecer el populismo autoritario. Macron pudo impedir que Le Pen sea presidenta, pero la ultraderecha logró el respaldo más alto de su historia. Al batacazo que había dado en el 2002 Jean-Marie Le Pen, desplazando del segundo puesto al socialdemócrata Leonel Jospin con el 16 por ciento de los votos y entrando al ballotage, que perdió contra Chirac con el 17 contra el 82 por ciento, lo superó ampliamente la hija de aquel energúmeno populista. ¿Por qué Marine duplicó lo obtenido por su padre en la segunda vuelta? Porque el grueso de los votos del populista de izquierda Jean-Luc Melenchon no fueron a Macro o, directamente, fueron hacia la ultraderecha.

El movimiento “Francia Insumisa” reivindica al chavismo, incluso cuando se derrumba de manera patética y criminal. Muchos de sus votantes, aunque no lo hayan confesado en las encuestas, en la segunda vuelta, o no votaron, o votaron a Le Pen. En definitiva, el populismo de izquierda está más cerca del populismo de derecha que del liberalismo. Nada odia más un populista de izquierda que a un progresista liberal, como Macron.

El populismo no es una ideología, sino un método de construcción de poder que orbita en la cultura autoritaria. Sea de izquierda o derecha, aborrece principalmente al progresismo de matriz liberal.

En la primera vuelta, que Melenchon empatara al conservador Francois Fillon fue la evidencia de que el ballotage mostraría el contundente avance de la cultura autoritaria, aunque aún no le alcance para gobernar Francia.

Igual que su líder, los votantes de Melenchon apoyan a Maduro y a su jugada leninista cien años después del golpe bolchevique.

La postal del “octubre rojo”, y no la postal de la espontánea y efímera “Comuna de París” de 1871, es la que inspiró a Hugo Chávez cuando incluyó el modelo de comunas en la plataforma del partido que lo hizo presidente en 1998: el Movimiento Bolivariano V República.

Sin embargo, en la Constitución que en 1999 reemplazó a “la moribunda” (sobre la que juró su primer mandato) Chávez mantuvo la democracia liberal. ¿Por qué? Porque en las urnas era invencible y las elecciones libres no ponían en riesgo su liderazgo.

Por el contrario, Maduro perdería cualquier compulsa en las urnas. Por eso violó la constitución de Chávez al no realizar el referéndum revocatorio y también al suspender el cronograma electoral. La última elección que hubo en Venezuela fue la legislativa y le dio un abrumador triunfo a la oposición. La respuesta de Maduro fue la vasectomía institucional que dejó infértil al congreso y el intento de imponer un régimen de partido único.

Con las masas sublevadas, Maduro necesita enterrar la constitución de Chávez. El chavismo sería barrido en las urnas. Incluso manejando un Consejo Electoral que cometería fraude, ese fraude tendría que ser tan grande que sería difícil de ocultar. Además de incompetente como gobernante, Maduro carece de competitividad electoral.

Esa es la razón por la que intenta hacer lo que hizo Lenin con los soviets. Las comunas y organizaciones que dictarían la nueva constitución, son entidades chavistas. Los constituyentes no serán elegidos en comicios libres, sino que saldrán de esos cuerpos que responden al chavismo.

Maduro intenta imponer un régimen de partido único aplicando la misma fórmula de los bolcheviques, pero un siglo más tarde y con una historia de por medio que lo muestra totalitario, anacrónico y absurdo.

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por Claudio Fantini

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