La semana pasada el gobierno estadounidense confirmaba que Cuba, Nicargua y Venezuela no serían invitadas a la Cumbre de las Américas, que tendrá lugar entre el 6 y el 10 de junio en Los Ángeles. La decisión había sido sugerida de antemano, a pesar de que la actual administración Biden ha relajado las sanciones comerciales a Venezuela y Cuba.
El coordinador de la Cumbre, Kevin O'Reilly, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde el legislador republicano de ascendencia cubana, Marco Rubio, lo interrogó: "¿Hemos invitado a alguien del régimen cubano a tomar parte en la cumbre?".
El funcionario del Departamento de Estado contestó que la decisión era potestad a la Casa Blanca. Pero presionado por el senador, O'Reilly marcó un rotundo “no”, extensivo a los gobiernos de Daniel Ortega y Nicolás Maduro en Nicaragua y Venezuela: "No los reconocemos como gobiernos soberanos".
Anticipado
“Se sabe que el gobierno de Estados Unidos concibió desde un inicio que la Cumbre de las Américas no fuera inclusiva. Era su intención excluir a varios países, entre ellos a Cuba”, tuiteó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Maduro ya había bromeado una semana atrás que pediría la visa a EE.UU. para ir al festival boricua en Nueva York, descontando que no sería invitado a la Cumbre.
No había sorpresas. Pero si necesidad de marcar la cancha. Varios presidentes latinoamericanos salieron en defensa de los excluidos. Entre ellos el mexicano Andrés Manuel López Obrador, y el argentino Alberto Fernández, que propuso hacer a la par una contracumbre de la CELAC (órgano que Argentina preside) en Los Ángeles, algo que se desinfló rápidamente: Díaz-Canel descartó su viaje al país del norte.
"En nuestro continente tenemos un país que lleva bloqueado seis décadas y sobrevive como puede (en referencia a Cuba). Deberíamos estar muy avergonzados de que eso pase en nuestro continente. Hay otro país que hace cinco años está bloqueado y fue bloqueado en plena pandemia (por Venezuela), cuando la solidaridad era más importante que nunca", insistió Alberto Fernández en su crítica.
Horas antes se había reunido con el exsenador Christopher Dodd, enviado de Biden para promover la cumbre a los países del Cono Sur. Y la vocera Gabriela Cerruti, confirmaba la presencia del mandatario argentino en la cumbre de Los Ángeles.
El presidente argentino había hablado también esa jornada por teléfono con Nicolás Maduro, y le había prometido ser una voz crítica en la Cumbre de las Américas. El presidente venezolano agradeció públicamente "las declaraciones valientes del presidente Alberto Fernández”. “Su voz firme será una de las voces más poderosas para cuestionar la exclusión y el intento de división de América Latina y el Caribe", agregó.
Compensado
“Como presidente de la CELAC, Alberto debe conformar por doble partida a Biden, a López Obrador, y al eje La Habana, Caracas, Managua”, explicaron en la Cancillería Argentina. Maduro lo entiende bien, y lejos está de la indignación. Sabe que en la decisión de Biden de dejarlo afuera de la Cumbre de las Américas pesan razones de política doméstica: la presencia de autoridades de cubanas o venezolanas provocarían rechazos internos a meses de las elecciones legislativas de noviembre.
Y por otro lado, el gobierno venezolano está más que satisfecho con Biden y el relajo de las sanciones petroleras. Hace poco, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez confirmaba que Estados Unidos autorizó a ciertas empresas petroleras estadounidenses y europeas a negociar con el gobierno chavista. “Venezuela aspira a que estas decisiones de los Estados Unidos de América abran el camino para el levantamiento absoluto de las sanciones ilegales que afectan a todo nuestro pueblo”, tuiteó Rodríguez entonces.
Venezuela fue una vez un importante proveedor de crudo para Estados Unidos antes de que las exportaciones se vieran obstaculizadas las sanciones paralizantes impuestas por Washington. Pero el cambio en la política de EE.UU. hacia el gobierno de Maduro se produjo apenas llegado Biden a la Casa Blanca, deshaciendo los decretos de Trump, con avances notables en los últimos meses, por la necesidad de petróleo tras el bloqueo a Rusia por la guerra en Ucrania: los precios de la gasolina se dispararon, un golpe al bolsillo estadounidense y a las expectativas electorales de un tambaleante Biden.
Y los guiños del norteamericano incluyen también a Cuba: se autorizaron los vuelos comerciales a La Habana y otras ciudades, y se suspendió el límite de US$1.000 por trimestre a las remesas que envían los cubanos a sus parientes en la isla. "Una muestra de que la administración Biden se anticipó a la cumbre para no llegar con las manos vacías", explicó Cynthia Arnson, directora del programa latinoamericano del Wilson Center, think tank político de análisis independiente en Washington. “El objetivo de la Casa Blanca es mostrar diferencias con el gobierno de Trump en las políticas sobre Cuba, Venezuela y la migración, en medio de las dudas sobre los compromisos que se lograrán en la cumbre”, agregó.
En la vereda opuesta, los legisladores estadounidenses se oponen por igual a cualquier acuerdo que parezca recompensar a Maduro, tras haber denunciado la elección de 2018 como “ampliamente fraudulenta”. “Dar a Venezuela un puñado de dádivas inmerecidas para que su régimen prometa sentarse a negociar es una estrategia destinada al fracaso”, dijo Robert Menéndez, el demócrata que preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. “Estados Unidos solo debería considerar recalibrar las sanciones en respuesta a pasos concretos en las negociaciones, no simplemente en respuesta a palabras baratas de un dictador criminal”, concluyó el hijo de padres cubanos y anti castrista, en rechazo a los guiños de Biden
Comentarios