El líder de la centroizquierda brasilera, Lula da Silva, acaba de proponer, como uno de los ejes de su campaña presidencialista con miras a las elecciones de octubre en el vecino país, la creación crear una moneda panlatinoamericana para "liberarse del dólar".
Lula, fundador del Partido de los Trabajadores en Brasil, y presidente durante dos mandatos, de 2003 a 2011, es el favorito en las encuestas. Pero la polarización con Bolsonaro, y algunos de sus lineamientos económicos en caso de que llegue nuevamente al Palacio de Planalto, sede del ejecutivo brasileño, pueden hacer la elección sumamente cerrada.
Entre ellos figura justamente la creación de un “euro latino”. “Vamos a crear una moneda en América latina, porque no podemos seguir dependiendo del dólar”, dijo Lula en un discurso el pasado 2 de mayo, donde reveló que la divisa se llamaría Sur.
Lula explicó que los países de América latina aún podrían mantener su moneda nacional soberana (en Brasil hay una gran estima por el Real), pero que podrían usar el Sur para hacer comercio bilateral entre ellos en lugar de tener que cambiar por dólares estadounidenses.
Y que el Sur también podría ayudar a contener la inflación en la región, un mal que se potenció globalmente en la pospandemia, pero que hace estragos sobre todo en Argentina. Lula remarcó que el objetivo de la moneda sería “profundizar la integración latinoamericana y fortalecer la soberanía económica de la región, debilitando su dependencia de Estados Unidos”.
Bajo el gobierno actual del líder de extrema derecha Jair Bolsonaro, el gigante sudamericano se ha subordinado a Washington, dicen desde el PT, mientras se ataca con pasión a los gobiernos de izquierda de la región. Si regresa a la presidencia, Lula prometió que Brasil “fortalecerá sus relaciones con América latina” y que revivirá el sistema BRICS, integrando a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica en una arquitectura económica independiente para desafiar la hegemonía financiera occidental, algo que ya sucede.
El líder del PT explicó que estos lineamientos ya habían sido expuestos en 2020 en su libro “Por un mundo multipolar”: “Deseo la creación de un mundo multipolar, libre de hegemonías unilaterales y de confrontaciones bipolares estériles, que permita una verdadera refundación del orden multilateral, sobre la base de principios de un multilateralismo real, en el que la cooperación internacional pueda florecer de verdad”, explicó.
Sucre
El intento de crear una moneda panlatinoamericana no es nuevo: este ha sido durante mucho tiempo un sueño de los líderes de izquierda en la región, y Hugo Chávez había propuesto ya en su momento hacerlo con el Sucre. El expresidente de Venezuela, desarrolló la nueva moneda internacional como parte de la Alianza Bolivariana (ALBA), una coalición económica de gobiernos de izquierda en América latina y el Caribe.
La moneda, cuyo nombre era un acrónimo de "Sistema Unificado de Compensación Regional", pero también una referencia a Antonio José de Sucre, socio de Simón Bolívar en la lucha por la independencia de América del Sur contra el colonialismo español, fue adoptada en 2009 por Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Ecuador, donde el ex presidente Rafael Correa, fue el principal adoptante del Sucre.
En su apogeo en 2012, el Sucre se utilizó para mil millones de dólares en comercio bilateral anual en la región, menos de la mitad del volumen que Argentina y Brasil negocian en un mes (unos 2200 millones de dólares). Y la moneda dejó de usarse en 2016, luego de la muerte de Chávez (en 2013) y una caída masiva en los precios de las materias primas en 2014, acompañado por la imposición de sanciones estadounidenses a Venezuela en 2015, y la sangrienta represión de Nicolás Maduro contra las protestas en su contra.
En Ecuador, Lenín Moreno, el heredero que traicionó al correísmo y entabló lazos con Estados Unidos, sacó más tarde a su país del ALBA, marcando el final del Sucre y su infundado sueño de integración regional.
Gestores
Los asesores de Lula en este proyecto son el expresidente del Banco Fator, Gabriel Galípolo, y el exalcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad. Ambos explicaron los lineamientos de la moneda latinoamericana, una reinterpretación del euro en clave cripto, en un artículo publicado por Folha de Sao Paulo.
El Sur “sería emitido por un Banco Central Sudamericano, con una capitalización inicial hecha por los países miembros, proporcional a sus respectivas participaciones en el comercio regional”, señaló Galípolo.
La capitalización de Sur “se haría con las reservas internacionales de los países y/o con un impuesto a las exportaciones de países fuera de la región”, propuso Haddad. “La nueva moneda podría ser utilizada para flujos comerciales y financieros entre países de la región”, agregaron.
Según Haddad, quien se desempeñó como ministro de Educación con Lula y Dilma Rousseff, y fue elegido en 2018 como candidato a la presidencia (perdió con Bolsonaro), los países miembros “recibirían una dotación inicial de billetes Sur, según las reglas acordadas, y serían libres de adoptarlo internamente o mantener sus monedas, mientras que los tipos de cambio entre las monedas nacionales y el Sur serían flotantes”.
La propuesta que agrada localmente al kirchnerismo, tampoco parece desagradar a Bolsonaro. Su ministro de economía, Paulo Guedes, sostuvo que una moneda única para el Mercosur permitiría una mayor integración y una zona de libre comercio, y crearía una moneda que podría ser una de las “cinco o seis monedas relevantes en el mundo”. Y desanclaría idealmente a Venezuela, Argentina y Panamá del dólar estadounidense, crítico para las políticas monetarias.
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