La política y los mercados internacionales, y lógicamente también China, apostaron -en algunos casos abiertamente- en las elecciones presidenciales estadounidenses por una victoria del candidato demócrata Joe Biden.
Ese reflejo se vio en los medios tradicionales y también en las redes sociales, que una vez más influyeron en la campaña, y quizás hasta en el resultado, potenciando la polarización del electorado.
Redes. En las horas previas a la votación, Twitter había advertido que etiquetaría aquellos mensajes que proclamaran vencedores antes de tiempo o tuviesen información engañosa. Y así sucedió con un tuit de Donald Trump que decía: “Estamos muy por delante, pero ellos tratan de robar la elección. Nunca les dejaremos hacerlo”.
“Una parte o la totalidad del contenido compartido en ese tuit es controvertido y podría ser engañoso”, escribió la red social sobre el tuit del mandatario republicano, poco después de su publicación.
“En este momento, Twitter deja de ser una plataforma pública neutral, y se convierte en un editor con un punto de vista. Y creo que podemos decir lo mismo de otros, ya se trate de Google o de Facebook, y quizás de otros”, había marcado el presidente durante la campaña, en una declarada guerra con las distintas redes. El caso TikTok, donde denunció la influencia china para potenciar contenidos adversos, fue la más clara.
Una relación ambivalente la de Trump con las redes, que le fueron muy útiles en las elecciones del 2016 contra Hillary Clinton, y en la que se investigó de hecho la influencia rusa en Facebook y Google a favor del republicano.
Aun hoy, las redes le permitieron al equipo de campaña de Trump sortear la adversidad de los medio tradicionales: Trump tiene más de 30 millones de seguidores en Facebook mientras que Biden solo 2. Y en Twiter la brecha es monumental: Bidden tiene 6,5 millones de seguidores mientras que Trump pasa los 85 millones.
Denunciando la supuesta censuras de las redes, Trump logró además reforzar la idea conspirativa de que los “enemigos” externos de los Estados Unidos preferían una victoria de su rival, lógica con la que reforzó su núcleo duro de seguidores una vez más.
China. “Evaluamos que China prefiere que el presidente Trump, a quien Pekín ve como impredecible, no gane la reelección”, indicaba hace dos semanas William Evanina, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad estadounidense, que depende de la oficina que aglutina a los principales servicios de espionaje del país.
Ese departamento denunciaba una campaña china en redes para atacar a Trump, y lo mismo por parte de Irán: "una campaña de injerencia para dividir el país y socavar las instituciones democráticas".
En las redes sociales chinas, fue tendencia durante el recuento en la noche estadounidense, las burlas al presidente Trump que se quejaba de un "gran fraude en nuestra nación". “Estados Unidos está en deterioro”, tuiteó Hu Xijin, editor del Global Times, tabloide nacionalista publicado por el Partido Comunista, en uno de tantos mensajes del estilo.
Desde que ocupó el cargo hace cuatro años, los frentes abiertos por el americano con Pekín se acumularon: su apoyo a Taiwán; las críticas a la situación en Hong Kong o Xinjiang; la guerra arancelaria; las sanciones a funcionarios chinos; y el cierre a los gigantes tecnológicos como Huawei y ZTE.
En ese marco, el demócrata Joe Biden fue percibido lógicamente por la prensa estatal china como un político más suave y previsible, y el indicado para retomar el tono de diplomacia bilateral tradicional, denostada por Trump: Biden se jactó durante la campaña de su conexión personal con el presidente chino, Xi Jinping, al que trató cuando era vicepresidente de Obama. Algo que paró mejor al demócrata en la consideración internacional, pero lo perjudicó frente al voto nacionalista.
Mercados. En los días previos a la votación, los mercados internacionales también se inclinaban a favor de un triunfo de Biden: especulaban con que su victoria podría conducir a la baja global del dólar y por lo tanto a un aumento del flujo de capitales hacia los mercados emergentes, y del precio de las materias primas.
De hecho el dólar caía y las bolsas globales subían el martes durante la votación, ante las apuestas de mayores estímulos si el demócrata ganaba las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
En Wall Street, el Promedio Industrial Dow Jones avanzaba un 2,17%, el S&P 500 sumaba un 1,99% y el Nasdaq Composite ascendía un 1,92%. “Los mercados en las últimas 48 horas se han convencido un poco más de la victoria de Biden sin el riesgo de semanas de incertidumbre y confusión”, afirmó Derek Halpenny, jefe de investigación de MUFG.
El índice de acciones de Asia-Pacífico trepó un 1,4% durante la noche, cerrando un repunte del 37% de los mercados de China desde marzo. A su vez, los mercados de divisas se inclinaban también hacia la victoria de Biden: el dólar perdía un 0,66%, con el euro ganando un 0,71%, y el yen sumó un 0,22%. Y en Europa se veía un crecimiento del petróleo, el gas, la minería y los bancos.
Latinos. Los hispanos ya representan más del 13% de los votantes en EE.UU., y son la minoría racial y étnica más numerosa con derecho a votar. Su participación fue decisiva en estas elecciones, y Biden no logró seducirlos mayoritariamente, como sí pasó con los negros, que se encolumnaron masivamente detrás del demócrata a partir de la explosión del movimiento Black Lives Matter.
Trump apostó a consolidar y aumentar su base de apoyo entre las comunidades de votantes procedentes de Cuba y Venezuela, y esa estrategia fue decisiva en el voto en Florida.
Y aunque Biden también condenó al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, y prometió impulsar un Estatus de Protección Temporal para los venezolanos que se encuentran en Estados Unidos, las repetidas declaraciones de Maduro y Cuba en contra de Trump, empujaron a los votantes expulsados por ambos regímenes en favor del demócrata.
“Los latinos son republicanos, pero todavía no lo saben”, dijo alguna vez Ronald Reagan. “Conservadores, con la familia en el centro y con hijos e hijas que ya no son inmigrantes, sino estadounidenses nativos, y parecen haberle dado la espalda a los demócratas. Trump aumentó su cuota respecto a 2016”, refrendaba Antoni Gutiérrez-Rubí, el consultor que escuchan Cristina Kirchner y Sergio Massa”.
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