Thursday 17 de July, 2025

MUNDO | 06-07-2025 09:56

La desaparición del asombro

Desde Venecia convertida en salón de fiestas privadas a las urnas de Nueva York y de Chile incubando liderazgos inesperados.

“El lujo es vulgaridad…” Una contundente definición de Los Redondos ahora avalada por la decadente celebración del casamiento de Jeff Bezos. Las góndolas y los palacios renacentistas fueron testigos de esa ostentación impúdica del poderío de una sola persona. La fortuna de Jeffrey Preston Bezos pudo más que la indignación de tantos venecianos que sintieron como una humillación que la ciudad fuera alquilada para una fiesta privada.

El mundo pasó días presenciando un espectáculo farandulezco. Con cronistas que resaltaban el lujo y el glamur, empatizando con el exceso de poder personal sobre los habitantes de una ciudad que, durante tres días, dejaron de ser ciudadanos de la democracia italiana para ser súbditos del fenómeno en ascenso: los megamillonarios.

La literatura y la filmografía empiezan a dar cuenta del proceso plutocrático generado por magnates que amasan fortunas en el terreno de las tecnologías de avanzada y, con ellas, redefinen la realidad del poder en los países y en el mundo. El retrato que coinciden en mostrar resulta inquietante. Guionistas y creadores como Jesse Armstrong, autor de la serie Succession y de la película Mountainhead, tienen una mirada preocupada por la magnitud del poder de individuos que quedan por encima de los Estados, careciendo de conocimientos sociales y de una formación humana que contenga sus pulsiones y los haga conducir con responsabilidad la gravitación que ejercen sobre las sociedades y las personas.

Musk y Trump

Parte del mismo fenómeno son los magnates que saltan a la arena política para manejar personalmente Estados, como Donald Trump y también su ahora ex socio político Elon Musk. El único límite que encontró el hombre más rico del mundo no fueron las instituciones de la democracia norteamericana, sino los celos y el ego ofendido del millonario que ocupa el Despacho Oval. Nada de remeras estampadas, gorritas y protagonismo estelar. En la Casa Blanca, todos con saco, corbata y calladitos ante la única estrella: el presidente.

Ahora bien, aunque el fenómeno dominante es el auge de los megamillonarios y las dirigencias ultraconservadoras que los idolatran, las fuerzas que están debilitando a la democracia liberal no son unidireccionales. Sociedades que primero engendran líderes anti-sistema de izquierda, luego engendran líderes anti-sistema derechistas. De igual modo, sociedades que produjeron gobiernos ultraconservadores podrían, tras el desgaste y la desilusión que generen, engendrar gobiernos anti-sistema de izquierda, siempre que irrumpa en ellas un líder que canalice las filias y fobias predominantes en ese momento. Sobre todo, las fobias.

El rasgo político del mundo actual es que lo inesperado ocurre en cualquier momento en el sitio menos pensado. Tras el 11-S nadie hubiera imaginado que Nueva York podría algún día tener un alcalde musulmán. Precisamente eso podría ocurrir en breve porque en las primarias del Partido Demócrata se impuso holgadamente un musulmán.

Zohran

Zohran Mamdani, cuyas raíces familiares están en La India, nació en Uganda hace sólo 33 años y se define como “socialista”, venció a Andrew Cuomo, ex gobernador que además es hijo de Mario Cuomo, un célebre ex gobernador de Nueva York. El líder derrotado es un conspicuo exponente del establishment demócrata que contó con el apoyo de Hillary Clinton.

Por cierto, a Mamdani lo ayudó que Andrew Cuomo haya tenido que renunciar a la gobernación por una avalancha de denuncias de acoso y agresiones sexuales. Pero que en la ciudad donde Al Qaeda mató más de tres mil personas lanzando aviones contra rascacielos pueda llegar a ser alcalde un musulmán, de por sí resulta llamativo.

Aunque el jihadismo y el ultra-islamismo no representan más que una diminuta minoría en el Islam, los actos más sanguinarios del terrorismo perjudican injustamente la imagen de los musulmanes en general. A eso, Mamdani le suma haber nacido en África y autodefinirse socialista en la sociedad que le dio el poder a un multimillonario xenófobo y conservador. Una señal de las tendencias polarizantes de este tiempo.

Sin espacio para Bezos

El otro ejemplo está en Chile, donde en la vereda conservadora pujan dos líderes de derecha extrema, mientras que en la centroizquierda ganó la candidatura presidencial una dirigente del Partido Comunista. Otra señal de que el auge de los plutócratas y de los ultras podría tener como contrapartida el regreso de ideologías que  engendraron totalitarismos y fracasos en el siglo 20.

En los comicios presidenciales de noviembre, a la boleta del oficialismo la encabezará Jeannette Jara, ex ministra de Trabajo del actual gobierno. Venció en la interna a la candidata del centrista Partido Socialista, Carolina Yohá, y a Gonzalo Winter, del moderado Frente Amplio que lidera el presidente Gabriel Boric.

El PC no siempre estuvo a la izquierda del PS. En el Frente Popular que llevó a la presidencia al socialista Salvador Allende, los comunistas mantuvieron una posición más moderada que sus socios, incluido el presidente derrocado en 1973. Pero en la actual coalición oficialista, el PC es el ala izquierda, crítico del giro de Boric hacia el progresismo centrista y de sus denuncias contra el fraude y la represión en Venezuela.

Fotogaleria El presidente chileno, Gabriel Boric y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, posan para fotografías en el Palacio de La Moneda, en Chile

Sin embargo el giro hacia la izquierda que acaba de dar la coalición de Boric no implica radicalización extrema. Jeannette Jara, que fue una eficaz ministra del actual gobierno, tomó distancia de la dirigencia de su partido y protagonizó duros choques con el secretario general, Lautaro Carmona, como cuando denunció que en Cuba hay autoritarismo y presos políticos. Aún así, es una dirigente del Partido Comunista y eso indica el empoderamiento de una fuerza política que parecía clausurada por la historia.

Según muestran las encuestas para los comicios de noviembre, si se presentara un solo candidato por la derecha, la centroizquierda y su candidata comunista tendrían pocas chances de ganar. Pero posiblemente el voto derechista se dividirá en tres: los moderados votarán a Evelyn Matthei; la derecha dura lo hará por José Antonio Kast y la ultraderecha por Johannes Kaiser, el líder del ultraconservador Partido Nacional Libertario. Si eso ocurre, es posible que Chile tenga en la presidencia al Partido Comunista por vez en sus 103 años de historia

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Claudio Fantini

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