La voz a veces salvaje, a veces desorientada del innombrable del título figura entre las más originales hazañas de la literatura del siglo XX. Una y otra vez cuenta que quiere callar, descansar en el silencio, y una y otra vez parece incapaz de dejar de hablar, torrencialmente. Por suerte a veces el flujo ininterrumpido tiene la cortesía de un punto y aparte. Comienza preguntando “¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora?” y fiel a la contradicción permanente termina: “En el silencio no se sabe, hay que seguir, no puedo seguir, voy a seguir”. Como fantasmas, pasan nombres de otros libros de Beckett: Malone, Murphy, Mercier-Camier. La traducción, de Matías Battistón, es local, cómoda.
por Elvio E. Gandolfo
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