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SALUD | 05-12-2018 12:20

Qué dieta corresponde a cada grupo de sangre

La sangre nos define más de lo que parece. Qué clase de dieta corresponde a cada tipo.

Los individuos del grupo sanguíneo 0 prosperan con el ejercicio físico intenso y la proteína animal. El éxito de su dieta depende de que consuma carnes magras, aves y pescados, libres de sustancias químicas. Los productos lácteos y los cereales no les resultan tan beneficiosos como a la mayoría de las personas de los otros grupos sanguíneos porque su sistema digestivo no está totalmente adaptado a ellos.

Coma carne magra, cordero, pavo, pollo o pescado tan a menudo como desee. Pero sea precavido con el tamaño de las porciones: consuma no más de 168 gramos en cada comida. Algo importante es evitar ciertos frutos secos y semillas como el maní, el pistacho y la amapola, el trigo integral (y las harinas en general) y con excederse en el consumo de legumbres. Los vegetales constituyen un componente crítico de su dieta pero hay que evitar algunas crucíferas, como la coliflor y los repollitos de Bruselas, y también la palta, las papas y el maíz.

Opuestas a lo anterior, las personas del grupo sanguíneo A prosperan con las dietas abundantes en vegetales y cereales y tienen en común que tampoco toleran bien los lácteos. Poca carne y magra, poco trigo y muy pocas grasas. Absténgase de los productos cárnicos procesados como el jamón, las salchichas y los fiambres. Contienen nitritos, que promueven el cáncer en las personas con bajos niveles de ácido gástrico, una característica del tipo A. Dado que el grupo A debe ingerir muy poca proteína animal, los frutos secos y semillas le proporcionan un componente proteico importante, como el maní.

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La dieta para quienes pertenecen al grupo sanguíneo B es equilibrada y sana, e incluye una amplia variedad de alimentos. Representa lo mejor de los reinos vegetal y animal. En los individuos del tipo B, los principales factores para el aumento de peso son el maíz, el trigo sarraceno, las lentejas, el maní y las semillas de sésamo. Cada uno de estos alimentos tiene una lectina diferente, pero todos afectan la eficiencia de su proceso metabólico, causando fatiga, retención de líquido e hipoglucemia.

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El tipo B es el único grupo sanguíneo que puede disfrutar de una variedad de alimentos lácteos. Esto es así porque el principal azúcar en el antígeno del tipo B es la D-galactosamina, el mismo azúcar presente en la leche. La mayoría de las nueces y semillas no son aconsejables para el tipo B. El maní, las semillas de sésamo y las de girasol, entre otras, contienen lectinas que interfieren con la producción de insulina en el grupo sanguíneo B. Pueden comer algunas legumbres, pero muchas, como las lentejas, los garbanzos, los porotos, contienen lectinas que interfieren con la producción de insulina.

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Con menos de mil años de antigüedad, el tipo de sangre AB es biológicamente complejo y raro (2 a 5 por ciento de la población mundial). No encaja fácilmente en ninguna de las otras categorías. Básicamente, la mayoría de los alimentos que están contraindicados para el tipo A o el tipo B probablemente no sean convenientes para el tipo AB, si bien hay algunas excepciones. Si bien estas personas están genéticamente programadas para el consumo de carnes, carecen de suficiente ácido gástrico para metabolizarlas con eficiencia, y la carne que comen suele ser almacenada como grasa.

Para perder peso, deberían restringir su consumo de carnes (exceptuando las de pescado, que son muy beneficiosas), comiendo pequeñas cantidades que puede suplementar con vegetales y tofú (queso de soja). Los huevos son una muy buena fuente de proteína para el tipo AB. Los frutos secos y semillas presentan un cuadro variado para el tipo AB: deben comerlas en cantidades reducidas y con precaución.

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