A Alejandro Fantino lo que más le gusta en la vida es contar. Pero no contar encerrado en un cuarto, frente al teclado y transpirado de interpretaciones sino para la tribu, tanteando la emoción, en pleno dominio de la pausa, el suspenso, el color y el remate que antecede a la ovación del auditorio. Como el relato lo adora, lo recompensa con kilos de metáforas y comparaciones que él administra a voluntad, a riesgo de empalagarse o de quedarse sin ninguna.
“El problema de los tipos que hacemos radio y televisión es que hablamos hasta por los codos y cuando nos hacen una nota generamos títulos por todos lados; nos ponen una alfombra y nos llevamos puesta toda la cristalería”, dice el conductor de “Animales sueltos”, por América, y “Uno de los nuestros”, por radio La Red. Como un alumno ante la mesa de examen, quiere tener la respuesta o convertir su ausencia en virtud, una cuerda que tensa sin vergüenza, casi hasta el abuso, cuando entrevista.
“Fui muy criticado, me rompen en pedazos por eso algunos colegas a los que no le da el cuero para simplificar una pregunta. Yo tengo menos nivel, ¿viste? Pero ya abandoné la preocupación de que me maten por hacer una pregunta. No conozco divulgador que no sea odiado. Es un mérito poner en escena un tema y despertar la curiosidad”, dice quien comenzó en los `90 como relator de Boca Juniors por radio Mitre.
Noticias: ¿Su técnica es bajar un escalón y preguntar?
Alejandro Fantino: El 85% de las preguntas pelotudas que hago, y que muchos colegas piensan “cómo le puede preguntar esa pelotudez”, yo sé que son pelotudas. Pero tengo que mostrar como que no las sé, si no la nota es una mierda. Me pasó con Ricardo Darín: yo tampoco persigo el yate y el avión privado, pero me puse en el lugar de capitalista perverso tratando de convencerlo de que se fuera a laburar con el Tio Sam. Quedó como un rey, un dios, como el Dalai lama de la actuación, y yo quedé como un forro. Está bien, eso es parte de una técnica periodística.
Noticias: El filósofo Tomás Abraham lo mandó a leer sus libros para aceptar la entrevista, ¿no?
Fantino: Fue una nota rupturista en mi carrera. Me pasó lo mismo hace mucho con Rafael Bielsa, en TyC Sports: pensábamos que íbamos a hablar del 8 de Newell's y el flaco empezó a pegarnos una paliza tal que al otro día me fui a anotar en Sociología. Por eso me fui preparado con Abraham. Obviamente, no podés estudiar filosofía en diez días. Y sí, me bajé los libros (los muestra en la tablet), porque el tipo venía si yo estaba más o menos preparado. No lo hizo de soberbio: si voy a dar una nota, está bueno que sepas algo de mí.
Noticias: ¿Terminó la carrera?
Fantino: No, soy abandonador. También estudié Historia en el Salvador y ahora empiezo Derecho en la Universidad de Lomas de Zamora. Busco un marco cultural y jurídico para ejercer el periodismo de actualidad. Yo vine de Santa Fe absolutamente precario a relatar fútbol y me alcanzaba con lo que tenía hasta “Mar de fondo” (1999-2005, por TyC Sports) pero en un momento no me alcanzó más, me faltaba aire en todas las notas. Y empecé a estudiar, el ámbito académico me abrió un poco la cabeza.
Noticias: Y tuvo que pagar los peajes por pasar del deporte a la actualidad.
Fantino: Pero ya no pueden sacarme de la cancha porque cualquiera de los que me corra, me corre con la vaina, no con el cuchillo. Por ejemplo, en el diario Perfil, (Guillermo) Raffo me llamó primate por la nota con Abraham (N. de R.: columna de 21/12/13 en la que el escritor que vive en Londres lo llamó “mono”). No me enojé porque él piense que soy un primate. Me gustaría que se sentara ante mí y que debatamos sobre medios, televisión, sobre lo que quiera. Yo voy con mi preparación y Raffo con su bagaje cultural londinense, y que la gente saque sus conclusiones acerca de quien está mejor plantado ante la vida. Hoy me siento preparado para este tipo de discusiones, so riesgo de que me dé vuelta como una media, o tal vez no, pero hace diez años no estaba ni para decirle “vení a debatir”.
Noticias: Nunca quiere perder. ¿Jamás se relaja?
Fantino: No, no relajo porque vivo de este medio, en el que trabajo desde hace más de 20 años pero hoy siento que estoy en el nivel más importante. Todo lo que hago impacta en mí, directamente, y si mido medio punto menos de rating, mañana termino sin programa. Es una contienda permanente, si relajás un poquitito te pasan por encima y si vas muy rápido te chocás al de adelante. Hay que llevar un ritmo de carrera como los etíopes, que corren la de 10.000 metros.
Noticias: ¿Dónde se alimenta su ambición? ¿Alguna herida narcisista que saldar?
Fantino: No. Yo también me lo pregunto. Porque no he tenido grandes líderes con mucha ambición. Hijo único, madre ama de casa, vida apacible en un pueblito santafesino de 5.000 habitantes, mi viejo con tres máquinas cosechadoras como máximo. Nunca faltó nada, tampoco hubo grandes lujos y debería haber seguido por ese camino. De dónde me convertí en un tipo que decide vivir en este estrés, en este nivel de locura y en este nivel de exigencia, no lo sé. Quizás hubo alguien, algún bisabuelo, que me legó sus genes. Soy un producto de la suerte. Pensaba que iba a terminar en San Vicente, donde nací, siguiendo el laburo de mi viejo en el campo o relatando en una radio local. Tal vez me hubiera ido mejor económicamente: mis amigos que se quedaron son tipos de 7 u 8 millones de dólares cada uno.
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Fotos: Juan Ferrari. Producción: Esteban Vedia. Agradecemos al Racket Club , José Arce, Circulo dos Dragones Taekwono-do.
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por Leni González
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