Los jugadores de la Scaloneta cantaron insultos racistas y homofóbicos contra Francia. Julio Garro, entonces secretario de Deportes, pidió en una entrevista que Messi se disculpara, las redes libertarias ardieron contra Garro, la Casa Rosada echó a Garro y lanzó un tuit en el que indicaba que nadie le podía decir a la Scaloneta que decir o pensar, Villarruel se subió a la ola patriótica con un tuit que tuvo un éxito fenomenal, Karina Milei fue de madrugada a pedir perdón en nombre del Gobierno a la embajada francesa y envió a Manuel Adorni a criticar el mensaje de Villarruel en su conferencia de prensa. Y ardió Troya.
La visita de Karina y las palabras del vocero (“fue un comentario desafortunado”) hicieron que la interna detonara en público. Porque, para entonces, en privado ya venía generando líos. En la Casa Rosada cayó pésimo el tuit de Villarruel, que en la previa del viaje de Milei a Francia lanzó ese mensaje en el que trataba a aquel país de “colonialista”. Y encima lo hizo sin avisar ni pedir permiso, algo que alimenta el fantasma que hay con la vicepresidenta en esos pasillos: ahí creen que Villarruel aparece sólo para apuntalar su figura, mientras que escapa meterse en los lugares más incómodos para este Gobierno (es imposible verla defendiendo la situación de la economía, por nombrar uno de los tantos casos).
Sin embargo, el gran pecado de la vice no fue ese, sino tener éxito en su movida. Y si algo irrita a Karina es que le vaya bien a alguien que la enfrentó. La hermana es, antes que todas las cosas, una mujer que sabe ejercitar bien el rencor y la venganza. Tan es así que, se dice en los ámbitos diplomáticos, nadie de Francia le había pedido al Gobierno ninguna disculpa. Y que, aun si eso fuera así, las herramientas son otras: una queja formal del Gobierno francés que puede terminar en, como fue el caso español, una retirada de embajadores, o algún gesto de la canciller Diana Mondino, que en toda esta novela brilló una vez más por ausencia. Todo esto está muy alejado a una visita de trasnoche de la secretaria general de la Presidencia, que fue ahí por decisión propia.
Acá se abre otra hendija. Es que en la tarde siguiente a todo el escándalo, Javier Milei fue al programa de Alejandro Fantino e hizo algo que nunca había hecho en público: se pronunció, en esta pulseada, a favor de Karina y en contra de Villarruel. “No fue un tuit feliz, los franceses estaban calientes”, aseguró, rompiendo, tal vez para siempre, ese axioma que había llevado a que su compañera de fórmula lo bautice con un apodo que empuja por quedar en la historia. “En el medio de nosotras está Javier, pobre jamoncito”, era lo que había dicho la vice a fines de marzo. Se terminó lo que se daba, y ahora “Jamoncito” se replegó sobre Karina. Queda una duda: si Francia no estaba enojada, ¿quién convenció de lo contrario a Milei? ¿Fue Karina? ¿La hermana, en un asunto tan sensible, le mintió al Presidente sólo para molestar a la vicepresidenta?
No fue la única gran novedad que dejó esta batalla. La otra es que la interna dividió al planeta libertario que, quizá como nunca, apuntó contra Karina Milei en las redes por generar otra interna más. “Yo a Karina no la voté”, “Villarruel es la vicepresidenta, debería respetarla”, “pará de hacer quilombo Karina”, fueron algunos de los miles de comentarios que aparecieron entre el público mileísta, que incluso bombardearon las cuentas de la hermana para criticarla. Esta pulseada tuvo su cara más visible en lo que le sucedió al “Tano Giuliani”, un tuitero de 19 años con cierto nombre dentro de LLA. Él hizo una encuesta sobre quién tenía razón (ganó Villarruel, algo que también muestran las encuestas, que dan a Karina como una de las funcionarias con peor imagen) y luego salió a bancar a la vice. Acá llegó el enojo de Santiago Caputo, o al menos de la cuenta de la red X que se le atribuye en todos los círculos del poder, @snakedoclives. “Si te hubiera mandado a alguien estarías efectivamente callado para siempre”, le contestó, luego de que Giuliani le achacara haberle mandado trolls a atacarlo en las redes. No deja de ser curioso: parece que cualquier historia que se cuenta sobre LLA incluye golpes o amenazas.
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