Alberto Fernández no necesitó que Cristina Kirchner lo convenciera de que había que expropiar Vicentin para hacerlo. Tampoco requiere de su autorización para insistir en que “si alguno trae una propuesta mejor”, está “dispuesto a escucharlo”. En su caja de herramientas están las nacionalizaciones y lo estuvieron cuando como jefe de Gabinete K participó de las estatizaciones del Correo, Aguas Argentinas y Aerolíneas, pero también tiene claro que su objetivo es que la aceitera funcione, que el Estado recupere lo que le deben y para eso contempla la posibilidad de que las cooperactivas y los productores agrícolas que también son acreedores participen del gerenciamiento de la compañía.
Desde que en diciembre asumió como Presidente, a Fernández le preocupaba Vicentin. Y el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, lo taladraba para pedirle una solución al tendal de 2.600 agricultores perjudicados. Cuando en enero el director del Banco Nación Claudio Lozano redactó un informe de los escandalosos préstamos de esa entidad financiera en tiempos de Mauricio Macri a la aceitera y sugirió convertirla en una empresa pública no estatal con gestión de funcionarios, cooperativas y trabajadores, el jefe de Estado no lo descartó. Pero él y su ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, apostaban por una solución de mercado, por el ingreso de socios locales como José Luis Manzano al control de Vicentin.
Con el tiempo se fue dilatanto el concurso preventivo de la compañía y la entrada de nuevos accionistas y se fueron paralizando las plantas, mientras los productores le vendían su cosecha a las demás exportadoras de granos, la mayoría extranjeras. Frente al parate de Vicentin y su propuesta de quita del 50% de la deuda y la promesa de pago del resto a diez años, Fernández y Kulfas se convencieron de que la única alternativa era estatizar. Ricardo Echegaray, el ex titular de la AFIP, también avanzaba con un paper sobre la cerealera a pedido de CFK.
El Presidente cenó el 4 con Cristina y le comentó su idea de expropiar. Música para los oídos de la vicepresidenta. Ella es insistente con los temas que le interesa. Presiona. Pero en este caso Fernández ya había tomado una decisión. Solo que los tiempos del anuncio aparentemente le fueron impuestos. Hasta trascendió que Vilma Ibarra, la secretaria Legal y Técnica y amiga de Alberto, tuvo reparos con respecto a la expropiación.
Después, el jefe de Estado se reunió con Fernández Sagasti por otros asuntos, pero aprovecharon para conversar sobre un proyecto de ley de la senadora, por ahora sin presentar, para estatizar Vicentin. El 8 anunciaron juntos la expropiación y ella le agradeció en público haber aceptado su idea. A partir de entonces se tejió la hipótesis de que Cristina Kirchner lo había obligado a expropiar. Especulación que se acrecentó cuando al día siguiente el propio Fernández, preocupado por las repercusiones del anuncio, comenzó a negociar con el CEO de Vicentin, Sergio Nardelli. Pero así es el estilo del Presidente.
por Alejandro Rebossio
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