Los entrevistados y los audios son valiosos: reciben a María Kodama, Ana María Shua y a otros referentes de la cultura. Se pueden escuchar audios bien cortados de Juan Rulfo o de Rodolfo Walsh leyendo “Esa mujer”. Es un envase excelente que, en 60 minutos y sin correr, contiene cuatro bloques con prolijos separadores y varias entrevistas. Los reportajes suelen ser ingeniosos (un semiólogo vive en el Pasaje del Signo).
Pero la radio tiene una semiótica (sus signos son la música, las voces y las tandas) y también un discurso (contenido, mensaje, ideología). Y “Libros que muerden” tiene problemas en los dos aspectos. En el primero, la FM 97.9 es difícil de sintonizar (no es responsabilidad del programa). Otra dificultad es que, los conductores, a veces olvidan de señalar al invitado que hable al micrófono (en el caso de Kodama, se lo comunicaron a los 26 minutos de la nota: lo demás fue casi inaudible).
El sonido de los que hablan en la mesa sale bajo, y hay códigos que no se respetan, como no presentar al columnista que va a hablar.
En cuanto al discurso, los conductores suelen tener opiniones innecesarias o aventuradas: dictaminan que Bukovsky es un mal poeta, que “Montevideo es la ciudad más aburrida del mundo” y festejan animosos que Ana María Shua diga que “el trabajo ideal para un escritor, es en un prostíbulo” (afirmación que en 1956 realizó William Faulkner).
por Luis Frontera
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