★★★★ Adrián (Joaquín Furriel) y Laura (Florencia Raggi), la pareja protagonista de esta original e inteligente comedia escrita por el actor Oscar Martínez, pertenece a una burguesía acomodada. Él puede darse el lujo de pagar las sesiones de terapia con Klimovsky (Juan Leyrado), un profesional de cierta reputación. Ella es arquitecta, tiene una personalidad extremadamente agradable, viste de forma elegante, mantiene una figura etérea y, según su esposo, resulta una campeona olímpica verbal. Ambos cultivan el buen vivir, comparten la convivencia en una casa confortable y no parecen tener problemas asociados ni al dinero, ni al trabajo. Pero esa aparente felicidad cotidiana, también tiene sus calvarios, esos pequeños detalles que pueden alterar o modificar la armonía. Cosas que quizás para otros seres podrían ser tonterías, pero que pueden afectar, de manera sutil, la paz hogareña, hasta transformar los modales regidos por la buena educación en un estallido de reclamos que los emparentan con cualquier otra persona. Porque, en definitiva, como se dice: “Debajo de la piel, todos somos iguales”.
Así, tras diez años de casados y un hijo en común, Adrián concluye que ya no puede vivir más con Laura, aunque tampoco sin ella. Está preso de su propia ansiedad y es un manojo de contradicciones y miedos que el agudo psicoanalista intentará apaciguar. Para ello, deberá indagar y descubrir cuáles son las cosas que realmente unen al matrimonio. Queda claro que todo ocurre, como el título indica, en la cabeza del muchacho. Esa zona del interior de cada uno, que el dramaturgo Harold Pinter llamó “espacio de cavilación”. Allí donde crecen las más locas fantasías, los sueños de venganza y la ilusión del poder absoluto, aparecerá el reclamo absurdo, fomentado por los celos hacia Marcelo, un amigo en común, catalogado como seductor profesional. Con diálogo incisivo y brillante, la pieza termina por demostrar la necesidad de un código de convivencia para poder soportarse mutuamente.
El trabajo de Furriel es superlativo, Raggi sorprende con su entrega y Leyrado aporta oficio y presencia. Dirige, con ritmo y precisión, Javier Daulte.
Comentarios