La consolidación de la inteligencia artificial se hace visible y con ello se podría decir que nunca habíamos estado tan cerca de emplear un sistema generativo que pudiese interpretar nuestros deseos en un parpadear de ojos. Sin embargo, mucho más se esconde detrás de ese chat simpático que es capaz de llevar a cabo conversaciones con un ser humano o de ese asistente técnico capaz de hallarles solución a los algoritmos más complejos.
El término “inteligencia artificial” no es nada nuevo. Como tal, se acuñó en los años 50 y durante la segunda mitad del siglo pasado siguió siendo un tema de estudio en algunos círculos académicos. La idea principal se basa en emular estrategias y procedimientos que ejecutan los seres humanos para enfrentarse a problemas y buscar respuestas. No obstante, el revuelo reciente gracias a la inteligencia artificial se fundamenta en estos dos aspectos:
- Las redes neuronales artificiales, que simulan las conexiones y el funcionamiento de las neuronas de nuestro cerebro, son capaces de mostrar una evolución evidente. Estas redes, incluidas en lo que coloquialmente se conoce como modelos de lenguaje colosal o Large Language Models, LLM en inglés, ya cuentan con un alto grado de eficiencia en la generación de texto, audio y vídeo.
-La democratización del uso de estas nuevas tecnologías: Ahora cualquier persona tiene mayores oportunidades de acceder a estos modelos nuevos y eficientes. Al mismo tiempo, las aplicaciones y el desarrollo de programas se pueden anclar a estos servicios.
Reflexiones sobre su impacto y uso ético. Estos modelos, que se han viralizado por la internet y a través de las aplicaciones que más usamos. Se construyen a través del entrenamiento de billones de datos. Estos provienen, en gran parte, de lo que podemos encontrar en la misma internet. El carácter generativo con el que funcionan estos algoritmos de IA conlleva que siempre se genera una respuesta, independientemente de la veracidad de la información. Esto ha probado ser uno de los aspectos más negativos, ya que la información con la que se han entrenado estos modelos y su configuración resulta en información verdadera, polémica o, incluso, falaz: las denominadas alucinaciones.
¿Miente la inteligencia artificial? ¿Es capaz de manipular la información? Y si lo hace, ¿es para su propio beneficio? ¿En todo este proceso es consciente de ello? ¿Podrá tomar control de sí misma y escapar del cautiverio humano? Violaine Fua Púppulo, reconocida psicoanalista argentina, aborda estas preguntas desde el campo psicológico y con un conocimiento profundo del pensamiento humano en su libro “Una ¿Mente? Artificial”. Con gran elocuencia nos guía hacia una conclusión clara: crear por crear inteligencia artificial ya es, de por sí y como nos lo recuerda, la cuarta herida narcisista del ser humano. Ser capaz de recrear el pensamiento humano y sus procesos desborda los límites que aún se perciben en la IA. Aunque estas herramientas nacen con el propósito de ayudar al ser humano, sin un diálogo interdisciplinario, consensuado e informado por diversos círculos científicos y sociales, sus aplicaciones podrían terminar siendo perjudiciales.
Ahora bien, no es ni la intención de Violaine ni la mía advertir de un apocalipsis que podría no existir, sino la de generar conciencia sobre la creación, la implementación responsable y ética, y la regulación necesaria de sistemas alimentados por inmensas cantidades de datos, veraces y no veraces. Convertirnos en personas activas que entiendan y usen tecnologías de IA con crítica y conocimiento profundo facilitará su ejecución como herramienta que podrá apoyar a seres humanos en la superación de dificultades urgentes como las enfermedades, la inequidad social, la falta de acceso al conocimiento y a nuevos descubrimientos.
Desde ya podemos ser actrices y actores que participamos activamente en la evolución de la IA. Por ello, desde Babbel, motivamos e implementamos el desarrollo de aplicaciones y productos a la vanguardia que apoyen al estudiantado. Fuera de ella, también son cada vez más las posibilidades de apropiarnos de la IA.
Por David Marín, Lingüista Senior de Babbel
por David Marín
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