La relación comercial entre las familias Trump y Macri data desde 1979, cuando Franco Macri trató de comprar más del 60% del proyecto Lincoln West de Nueva York al magnate estadounidense, quien hizo su fortuna comprando y vendiendo inmuebles.
El Lincoln West era un proyecto faraónico: Trump quería construir un edificio de 150 pisos emplazado sobre un terreno que fuera ferroviario en el corazón de Manhattan, sobre la ribera del río Hudson. En 1979, el hoy presidente de Estados Unidos decidió vender el proyecto, a raíz de las protestas vecinales referidas a la urbanización. Periodistas neoyorquinos entendieron este negocio como una máscara que Trump habría utilizado para ocultar los cambios que estaba tramitando en ordenanzas, leyes de vivienda y regulaciones medioambientales: los compradores corrían el riesgo de ser acusados de testaferros.
Mientras tanto, Franco Macri había comenzado a viajar junto a su hijo Mauricio, de 21 años, para introducirlo en el mundo de los negocios y enseñarle a soñar proyectos ambiciosos. Lo llevó a Nueva York, pero cuando terminaron de cerrar la operación por la venta del Lincoln West, descubrieron que esas transacciones en Estados Unidos implicarían un alto costo en impuestos, y decidieron cancelar la transacción. El fracaso del Lincoln West le costó a la familia Macri unos 30 millones de dólares.
Para salir del paso, tras este acuerdo fallido los Macri comenzaron a buscar inversiones rápidas que bajaran el nivel de ganancias y no tuvieran carga impositiva. Orlando Salvestrini fue quien convenció a los Macri de comprar el club de fútbol Cosmos, considerado en aquel momento el “equipo de las estrellas” en Miami. El actual presidente argentino se sintió especialmente motivado por la inversión, ya que el equipo tenía los mismos colores que Boca, club del cual unos años más tarde sería presidente.
Como muestra del estrecho lazo económico entre las familias Trump y Macri, Franco recordó en sus memorias: “Estábamos en Nueva York, en medio de difíciles negociaciones por el Lincoln West y Donald Trump pretendía jugar al golf conmigo -deporte que, como todos, juego mal-. Le expliqué que no tenía en el golf el mismo nivel que él, pero que podía jugar con mi hijo mayor. Jugaron 18 hoyos que me parecieron interminables. El juego fue muy parejo, Trump jugaba bien. Pero en el último hoyo, Mauricio le ganó al magnate americano. Ambos quedamos sorprendidos cuando Trump, fastidiado con su propio juego, rompió los hierros y las maderas uno a uno”.
En las últimas elecciones argentinas, Donald Trump manifestó su apoyo a Mauricio Macri. Sin embargo, la gentileza no fue correspondida: el actual presidente se mostró cercano a Hillary Clinton. ¿Lo recordará Trump con mayor rencor que su derrota en el campo de golf?
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