Friday 22 de November, 2024

COSTUMBRES | 29-06-2012 14:30

Astor Piazzolla: Un artista del Siglo Veinte

El 4 de julio se cumplirán 20 años de la desaparición física. Su obra siempre vigente.

Siempre es difícil analizar el pasado cercano desde una supuesta mirada futura. Pero puestos a analizar el porvenir, podríamos atrevernos a decir que el siglo XX fue, en materia musical –como en tantas otras ramas del arte– uno de los más prolíficos e interesantes de la historia moderna. Y esos valores no están dados solo por la cantidad de obras y novedades que se han producido en todos los órdenes, sino por su significación, por su atrevimiento, por su osadía, por su actitud hacia el cambio, por su masificación, por su fuerte relación con la simultánea revolución tecnológica.

Al siglo XX le debemos la música grabada y a su edición masiva, la radio, la televisión, la informática aplicada al arte, las comunicaciones veloces, la interacción entre humanos de los sitios más alejados. Y hablando más específicamente de contenidos, a lo largo de esos maravillosos 100 años convivieron y explotaron géneros tan trascendentes como el jazz, el tango, el bolero, el rock, el pop, el flamenco; pero también las búsquedas hacia la atonalidad y la politonalidad, la difusión y profesionalización de los folklores regionales y una larga lista de nuevos instrumentos y/o el desarrollo superlativo de otros venidos desde el siglo anterior.

El tango sigue discutiendo su fecha de nacimiento, aunque la mayoría de los estudiosos coinciden en que la gestación de esa música, esa danza y esa poética que se convertirían en un conglomerado conocido en todo el mundo, empezó a manifestarse como tal sobre las últimas décadas del siglo XIX. De lo que no hay ninguna duda es de que su fortalecimiento, su ingreso a la industria de la cultura, su expansión internacional, sus momentos de mayor popularidad, pueden leerse como períodos insertos en el siglo pasado y que lo que sobrevive en el presente siguen siendo –por ahora– coletazos de alguna de las escuelas asociadas a apellidos muy ilustres del pasado. Y precisamente, como una música ligada al desarrollo internacional del sistema capitalista, el tango es –como tantos otros géneros contemporáneos– un producto indudablemente urbano del trabajo de seres humanos concretos, de personas de carne y hueso, de músicos geniales, de poetas inspirados, de cantores e instrumentistas talentosos, de bailarines que se atrevieron al principio con una danza que generaba controversias y que terminó siendo amada por millones.

Lea la nota completa en la edición impresa de la revista Noticias.

por Ricardo Salton

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