Thursday 28 de March, 2024

POLíTICA | 23-08-2012 18:14

El enigmático señor Caló

Cómo pasó de preferido K para la CGT a inesperado crítico del modelo. Faltazos y turf.

Ya se habían acabado las achuras y era el turno de servir la carne a punto. La charla era amena en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Villa Lugano. Antonio Caló (65) encabezaba la mesa preparada para otros seis sindicalistas. Pero todo cambió con una frase del anfitrión que alarmó a los comensales. “Tuve un pico de presión”, les transmitió, y las caras se transformaron. Creyeron que el sueño de volver a tener a uno propio al frente de la Confederación General Trabajo (CGT) corría peligro. Unas horas más tarde, los diarios Crónica y Buenos Aires Económico –de cercanía con la UOM– se hacían eco de la frase. La bomba estaba en la calle.

Algunos “gordos” e independientes, impulsores de la candidatura del metalúrgico se atragantaron con el desayuno y la noticia. Los antimoyanistas se quedaban sin candidato para esmerilar a la central obrera del camionero. En la Casa Rosada, donde Caló hasta entonces tenía el aval de Cristina Fernández, tampoco había precisiones sobre el cambio de decisión del sindicalista. En ese marco, Hugo Moyano se regodeó y lo chicaneó en público: “Tiene colitis”.

Era el segundo episodio en un mes que tenía como protagonista a Caló. Era un nuevo ida y vuelta. Y los ánimos se caldearon. Ni siquiera sirvió que “El Toni”, como lo conocen sus íntimos, aclarara que el pico de presión era algo controlable y que su salud no estaba en juego. Incluso sus propios impulsores en el mundo sindical aseguraron que estaba en caída y que era tiempo de buscar un reemplazante.

El primer episodio que trastornó el humor de sus aliados fue el 16 de julio. Esa tarde, Cristina convocó a los antimoyanistas a la Casa Rosada. Habían pasado cuatro días desde que Moyano había realizado un congreso cegetista para conseguir un nuevo mandato. La audiencia presidencial era un símbolo y toda una señal de respaldo. Pero Caló nunca llegó; estaba a más de 1.000 kilómetros de allí y con el teléfono apagado. Mientras Cristina conversaba con más de 60 sindicalistas, el metalúrgico disfrutaba de siete días de vacaciones familiares en Mendoza. Hay quienes aseguran haberlo visto caminando por la tradicional avenida San Martín de la capital provincial. Su ausencia sazonó las dudas de sus detractores. Con el correr de los días, quienes lo apoyaban comenzaron a hablar de las candidaturas alternativas de Ricardo Pignanelli, del gremio de los mecánicos, y de Andrés Rodríguez, de los estatales.

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por Francisco Zoroza

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