"Qué le pasa a este pelotudo? Háganlo mierda”, estalló Andrés Larroque. “El Cuervo” hablaba de Juan Miceli. Hacía unos minutos, el diputado y secretario general de La Cámpora se había cruzado en vivo con el periodista del noticiero de Canal 7. El conductor le había preguntado por qué los militantes de La Cámpora usaban pecheras para repartir donaciones anónimas. “Es un pelotudo”, le repitió “El Cuervo” a su interlocutor, un militante de La Cámpora con llegada a la jefatura de Gabinete, quien lo tomó como una bravuconada más, típica de Larroque.
Fueron días agitados para el diputado. Y de extremo protagonismo. Las inundaciones en la Capital y La Plata lo ubicaron como uno de los pocos hombres de confianza de Cristina Fernández. Fue “El Cuervo” quien la acompañó en la primera recorrida que hizo la Presidenta por La Plata y fue él quien se encargó de coordinar el reparto de donaciones por pedido expreso de Cristina. Creció como nunca en medio de la tragedia. Larroque hoy forma parte de la mesa chica del poder. Controla La Cámpora, adoctrina al bloque de diputados camporistas en el Congreso, es el jefe de Unidos y Organizados y defiende con la fe ciega de un sacerdote al proyecto K.
“El Cuervo” encarna el modelo de hijo militante que a Cristina le gustaría tener. A diferencia de Máximo Kirchner, a quien no se le conoce la voz, nunca se muestra en público y ejerce un supuesto poder fantasmal sobre La Cámpora que a fuerza de tantas ausencias ya muchos consideran un bluff, Larroque milita, se pelea en público, mete los pies en el barro cuando hay una tragedia, tiene fluidos contactos con funcionarios, construye poder y convence a los militantes con discursos enérgicos. “Nosotros no militamos para el mes que viene. Construimos organizaciones para militar toda la vida. No cambiamos de sellos. Es una forma de vida. Entregamos nuestra vida a la militancia”. Así se define el militante ideal de la Presidenta.
LEALTAD Y DOGMA. A fines del 2011, los camporistas se reunieron en un encuentro con los principales referentes de la agrupación para evaluar su poder y organizarse para el futuro. Estaban todas las cabezas de “La Orga”, como ellos se llaman a sí mismos: Larroque, el diputado Eduardo “Wado” De Pedro, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, el legislador porteño Juan Cabandié y el diputado bonaerense José Ottavis encabezaban el acto con gran participación de la militancia. Larroque tomó el micrófono y arengó: “Tenemos que llenar la Plaza de Mayo nosotros solos. Ese es nuestro objetivo”. Pero hacer reventar la Plaza no es el único objetivo que tiene en su cabeza. En el seno de La Cámpora ronda una idea ambiciosa: que el próximo candidato a vicepresidente de una fórmula kirchnerista sea uno de ellos, acompañando a Cristina o al candidato oficial que sea en el caso de que la Presidenta no quiera o no pueda ir por la reelección.
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por Nicolás Diana, Diego Leuco
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