★★★★★ A quince años de su estreno en Buenos Aires, bienvenida es la reposición de ‘El Mesías’, la obra más luminosa de Mauricio Wainrot, para abrir la temporada del Ballet del San Martín. Luminosidad que, pese a los años transcurridos, sigue emanando de esta coreografía diáfana, espiritual, esperanzadora.
Su hora y media de duración deja transcurrir la selección del oratorio de Händel, magníficamente ensamblada con pasos y figuras que recurren en forma constante a la elevación, salvo un par de escenas ‘a terre’, como la que abre la pieza.
Con una permanente apelación al lenguaje clásico, pero entretejido con imágenes contemporáneas, la ausencia de una historia es suplida por la creación de climas musicales, apoyados con gran protagonismo por la iluminación de Eli Sirlin.
Solo un par de imágenes sugieren religiosidad, en la figura del descenso de Cristo de la cruz y la alegoría de ‘La Piedad’. Toda la obra es un canto a a la armonía y al amor fraterno.
Consecuente con su estructura que no contempla solistas ni primeras figuras, los jóvenes integrantes del Ballet del San Martín ofrecieron una interpretación sin fisuras, impecable técnica y expresivamente.
Podemos destacar la sensibilidad de Victoria Balanza en su trío con Rubén Rodríguez y Matías de Cruz, y la delicada plasticidad de Sol Rourich y Benjamín Parada en ‘For unto us a child in born’. El ‘Aleluya’ final, por toda la compañía, se alzó como una verdadera celebración por el retorno de una obra que siempre nos devuelve la alegría.
por Patricia Casañas
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