Podría decirse que el hombre ha tenido, en general, mala suerte con las mujeres. Elisa Carrió denunció sus presuntos lazos con los narcos, pero María Eugenia Vidal lo mantuvo en el cargo. Ahora, la madre de sus tres hijos y la ex amante que lo acompañó durante 10 años aseguran que es un golpeador. Un violento de mano rápida, incluso para desenfundar dentro de su propia casa. Al cierre de esta edición, la misma Vidal analizaba qué hacer con él.
Mi sensación al escribir estas líneas es que a Pablo Bressi, el polémico jefe de La Bonaerense, se le acabó la carrera. Suena ilógico pensar que una gobernadora comprometida con el #NiUnaMenos sostenga en la cúspide de la estructura que debe preservar la ley y el orden a un símbolo de la violencia de género. La Alianza Cambiemos, con Mauricio Macri a la cabeza, se ha comprometido en esa lucha. En un caso como este, los tiempos de la política deben ser más rápidos que los de la justicia.
De todos modos, el previsible despido de Bressi no resolvería el problema de fondo que el uniformado representa desde su alta función.
Sucede que nadie le apunta a la Policía de la Provincia de Buenos Aires por ser un club de golpeadores de mujeres. Más bien se la señala recurrentemente como un ejército fuera de control, penetrado por el delito en todas sus versiones y dimensiones, y también como una "caja política".
Hablamos, acaso, de la principal deuda de la democracia desde que la recuperamos en 1983. Durante todo el Siglo XX se la vinculó al juego clandestino, la prostitución y otros negocios al menudeo. Pero fue desde la última dictadura cuando, comandada por Ramón Camps, empezó a vinculársela a delitos más complejos, como los secuestros extorsivos, los robos y el narcotráfico.
La coincidencia hiela la espalda: hace exactamente 20 años, NOTICIAS publicó la primera versión de "Maldita policía". Aquella memorable investigación de los periodistas Carlos Dutil y Ricardo Ragendorfer conmovió al poder. Eduardo Duhalde, entonces gobernador bonaerense, había declarado que tenía "la mejor policía del mundo" y aquella nota no sólo demostró todo lo contrario, sino que marcó el inicio de la purga más grande que se había visto en sus filas. Desde entonces, los "pases a disponibilidad" en masa se convirtieron en una moda cíclica. Ya llevamos 32, con 8.000 oficiales superiores desplazados. Sancionar en base a la burocracia y no a la ley ha dejado mucho ex policía polémico dando vueltas por ahí, manejando en gran cantidad de casos agencias de seguridad privada que terminan siendo contratadas por alguna dependencia del Estado, incluidos los servicios de inteligencia. Se ha tratado de castigos sin sanción, sin ejemplaridad, sin resultado positivo alguno.
Desde aquella "Maldita policía" a ésta, los efectivos se duplicaron (de 46.000 a 92.000). La Bonaerense tiene tantos agentes como la Federal, la Metropolitana, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía Aeronáutica juntas. En la Gobernación y los municipios se sabe que "a La Bonaedrense no se la conduce, todo se pacta con sus jefes". Con Bressi, la gobernadora Vidal se compró gratis el problema de una continuidad conflictiva. Ella misma se sintió espiada y amenazada. Hasta la presente nota, sin embargo, le faltaban motivos para sentirse golpeada.
*Jefe de redacción de NOTICIAS
por Edi Zunino*
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