★★★ Todas las parejas tienen códigos y decisiones de vida muy personales. En algunos casos, resultan incomprensibles para el resto pero válidos para ellos. Por ejemplo, aquellas que priorizan el éxito de sus carreras profesionales o el regocijo de sus años lozanos, a tener hijos. Justamente, es lo que les sucede a los personajes de esta obra.
El texto del novel dramaturgo santafesino Matías del Federico, también autor de la premiada y sobrevaluada “Bajo terapia” (aún en cartel por diversas latitudes), si bien parte de esa interesante idea y tiene momentos divertidos, peca de un esquema bastante convencional ya que la forma de plantear la trama se aproxima, en demasía, a un guión televisivo.
Augusto (Gabriel Goity) y Flor (Eugenia Tobal) son felices, comparten la idea de no tener descendencia y aprovechan el tiempo que están juntos para disfrutar, con pasión, lo cotidiano. Él tiene un carácter algo huraño y ella es más afable. Viven en un departamento con una decoración minimalista, tan ascética como ellos. El festejo por los cincuenta años del marido, reúne a sus amigos más cercanos: un escritor de mentalidad conservadora (Martín Pavlovsky) y su esposa (Valeria Lorca), quien adora a los pequeños aunque, para conformar al esposo, dejó a un lado la maternidad. En esa reunión, que incomoda al dueño de casa, se generarán situaciones disparatadas al sumarse la presencia de Martín (Dennis Smtih), el hermano gay de Flor quien no dudará en acicatearla para que revele una noticia que sacudirá los cimientos del matrimonio.
En el elenco se destaca Goity por el uso de una batería de recursos expresivos que vuelven a exponer su notable habilidad para la comedia. Tobal no le va en zaga y recorre su personaje con variedad de matices. También Lorca aporta frescura y demuestra ser una actriz todoterreno. Por el contrario, Smith insiste, a riesgo de quedar encasillado, en una criatura de voz y gestos impostados que ya transitó en varios espectáculos. No obstante, la aceitada dirección compartida de Carnevale y Dayub, supera el escollo del material e ilustra, con buen oficio, a este gracioso grupo de temperamentos con el que muchos espectadores se sentirán identificados.
por Jorge Luis Montiel
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