El futuro Gobierno de Donald Trump es una mala noticia para los inmigrantes en Estados Unidos, pero quizá no necesariamente para la Argentina. El tiempo dirá.
Un informe de HSBC al día siguiente de la elección advertía que la incertidumbre sobre las políticas económica y exterior de Trump y sus promesas proteccionistas dañarían el crecimiento mundial, lo mismo que las devaluaciones de moneda de países emergentes y el contagio populista a países europeos, más allá de Reino Unido.
Pero en el gobierno de Macri dicen estar tranquilos: "Por la victoria de Trump bajaron las expectativas del mercado de una suba de tasa de la Fed en diciembre porque ven que la economía norteamericana no arranca. Merrill Lynch antes pronosticaba tres subas en 2017 y ahora sólo una. Es decir que la tasa de corto plazo no se espera que suba. Puede que suba la tasa del bono del Tesoro a diez años, pero no nos joroba. Aun si sube del 1,8 al 2,5%, si nosotros hacemos las cosas bien, podemos bajar el riesgo país y al final del día pagaríamos la misma tasa que ahora". ¿Hacer las cosas bien es acelarar el ajuste fiscal por ahora gradual? "No, es cumplir las metas del camino a largo plazo para bajar el déficit", responden en el Ejecutivo.
Recalculando. Claro que ya de por sí el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, cambió sus metas de rojo fiscal para el año próximo. A principios de 2016 hablaba de 3,3% del PBI. En el proyecto de presupuesto promete 4,3%. "Nosotros les explicamos a los inversores el cambio de metas y lo consideraron razonable. Ellos valoran la transparencia", explican en el Gobierno. "Hace un año nos querían cobrar una tasa del 12%. Ahora estamos en 6%, la más baja de la historia. Que no nos vengan a correr con que va a subir a 6,25 o 6,5%", responden en el Gobierno.
Pero Agustín Álvarez, analista del agente bursátil Global Agro, advierte: "Los países emergentes nos deberíamos preparar para un sendero de tasas en alza y primas de riesgo más caras. Desde el resultado electoral de Estados Unidos, el crédito para la Argentina a 2046 se encareció unos 50 puntos básicos, casi el doble de lo que lo hizo la tasa norteamericana. Afortunadamente, el financiamiento de 2016 está cubierto, aunque el Tesoro debería acudir al mercado a buscar 22.000 millones de dólares en 2017, una cifra desafiante dependiendo de las condiciones de mercado. Pero este cambio de ciclo encuentra al país con más herramientas de política monetaria para amortiguar los cambios que en otras oportunidades, una deuda en ascenso pero en niveles manejables y gran porción de ella en pesos". Los ciclos de tasas altas coindicen con materias primas baratas, para desgracia argentina, pero los metales suben por la promesa de obras públicas de Trump.
Francisco Eggers, profesor de finanzas públicas de la Universidad de La Plata, opina que el triunfo de un discurso contra la integración internacional "es una mala noticia para el mundo, pero no hay que exagerar su importancia para la estabilidad financiera de la Argentina". A Eggers le preocupa más la política de Macri: "El sector público está endeudándose a ritmo peligroso. El nivel de déficit ya era muy alto en 2015, el de 2016 será mayor aún y el de 2017 no disminuiría mucho. La esperanza es que en 2018 confluya un fuerte aumento del crecimiento privado, con mayor recaudación tributaria y fuerte voluntad de no aumentar el gasto público. Algunos memoriosos podrían decir "esta película ya la vi", era la misma esperanza que había en la convertibilidad", y si no ven indicios claros de desacelaración de la deuda, empezarán a retirar sus capitales de todo lo que implique riesgo argentino".
Proteccionismo
El oficialismo dice que tampoco le preocupa el discurso proteccionista de Trump: "Veremos qué puede hacer. En Estados Unidos las instituciones funcionan, el presidente no hace todo lo que quiere y en el Partido Republicano, que ahora controlará el Congreso, no todos comparten las posturas del presidente electo".
Una visión parecida sostiene Eggers y también la consultora Ecolatina, que escribió un informe así: "El impacto económico sobre nuestro país luce acotado. Es cierto que hay riesgos en materia comercial, pero las condiciones financieras de la principal potencia mundial no deberían cambiar sustancialmente".
A algunos industriales argentinos no les preocupa sino que festejan que los deseos de Macri de negociar un tratado de libre comercio Mercosur-Estados Unidos naufraguen. También celebran que Trump posiblemente se niegue a otorgarle a China el status de economía de mercado, condición que dificultaría aplicarles barreras antidumping a sus productos. Y si Washington no le concede ese status a Pekín, tampoco lo hará Buenos Aires. O por lo menos en el Departamento de Estado norteamericano esperan ese gesto de fidelidad dentro de la alianza que Macri tejió con Barack Obama. En cambio, los hombres de los agronegocios criollos temen que los 'farmers' que apoyaron a Trump y dominarán la Secretaría de Agricultura recrudezcan el proteccionismo agrícola norteamericano, y que se retrase el ingreso de carnes o limones argentinos en el mercado de la superpotencia.
Que el presidente argentino haya sido imprudente apoyando la candidatura de Hillary Clinton o que haya cultivado a lo largo de décadas el diálogo con Trump impactará poco para mal o bien de la relación bilateral, según analistas del PRO. En el Gobierno reconocen que la Argentina no estará entre las prioridades del nuevo presidente y por eso desconocen, por ejemplo, si con él se podrá avanzar en el acuerdo de intercambio de información tributaria que venían negociando como garrote para que blanqueen quienes esconden su dinero en Estados Unidos. Este país figura tercero en el ranking mundial de secretismo fiscal de la ONG Tax Justice Network. Justo Trump fue acusado de evasor de impuestos...
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