Fue su último gesto de ironía. Tras resistir los embates del kirchnerismo durante doce años, a fines del año pasado Carlos Fayt firmó su renuncia a juez de la Corte Suprema de Justicia, cargo que había ejercido durante 32 años, con fecha del 11 de diciembre de 2015. Un día después del fin del mandato de Cristina Kirchner.
Fayt eligió un retiro silencioso, sin declaraciones, sin exposición pública y sin ataques. No aceptó ninguno de los homenajes que intentaron realizarle, ni siquiera el que quisieron organizar sus colegas del máximo tribunal. El único acto que permitió hacer en su honor fue el de un foro de abogados de Santa Fe. Apenas un puñado de jóvenes profesionales, algunos pocos amigos y NOTICIAS como único medio presente.
El jueves 3 de diciembre, Fayt llegó a su despacho antes de las 11 de traje y zapatillas, para caminar cómodo. Allí lo esperaban los jóvenes abogados del Foro de Práctica Profesional de Santa Fe y algunos colegas amigos para entregarle el libro que hicieron en su honor. “Cuando peleaba contra la corrupción me dijiste que no bajara los brazos. Estoy acá gracias a vos”, remarcó Ricardo Monner Sans entre lágrimas de emoción.
—Quiero saludar a todos —empezó Fayt.
—Pero ya los saludaste —lo interrumpió Margarita Escribano, su esposa.
—No importa, es para darles un beso a las chicas —le retrucó con el humor que lo caracterizaba.
La seguridad quiso sacarlo del despacho apenas terminó el acto formal, pero Fayt decidió quedarse varios minutos más en su agasajo, saludando de a uno a los participantes. Luego sí, tomó su bastón y salió caminando de su oficina.
Al retirarse decidió dedicar su tiempo libre a leer y escuchar música clásica, sus dos pasiones. Se levantaba a las 5 de la mañana y caminaba diez minutos diarios en la cinta, en el semipiso de Recoleta que compartía con su mujer. Se fue sin frases de agravio hacia el kirchnerismo, pero sí un consejo a sus colegas: “Mi mayor deseo es que no tengan tantos problemas en su vida laboral”, les auguró.
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