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POLíTICA | 01-12-2016 00:00

Exclusivo: Magnetto revela las ofertas que le hizo Kirchner para asociarse con Clarín

En el libro "Así lo viví", anticipado por NOTICIAS, el hombre fuerte del multimedios cuenta los secretos de su relación con el ex presidente y Cristina.

El libro se llama “Así lo viví”. Es una larga y reveladora charla en la que Héctor Magnetto, el hombre fuerte del Grupo Clarín, le cuenta a Marcos Novaro cómo hizo para ganar la guerra que marcó los últimos años de la escena política y mediática argentina: la que enfrentó al principal multimedios del país con el gobierno de los Kirchner. Es la primera vez que Magnetto se refiere al asunto con tal grado de detalle y crudeza. A continuación, el anticipo exclusivo con los fragmentos en los que Magnetto revela las ofertas que Néstor Kirchner le hizo para tenerlo de su lado.

Marcos Novaro: Se ha hablado mucho también de las reuniones que por entonces usted mantuvo con Néstor. ¿Cuántas fueron? ¿Qué se discutía en ellas? ¿Se discutían oportunidades de negocios a cambio de un tratamiento amigable de ciertos temas que le interesaban al gobierno? Porque la sospecha es que algo de eso hubo.

Héctor Magnetto: Cada vez que un presidente me ha invitado a una reunión he ido. Los presidentes se reúnen con empresarios, no sólo de medios. Todo el tiempo y en todos lados. En el caso de Kirchner, calculo que no habrán sido más de siete u ocho veces en los cuatro años que duró su mandato. Y un par de veces más desde que asumió Cristina. Frente a las fantasías que se han tejido, ya he contado en algún reportaje que estas reuniones no tenían nada fuera de lo común. Se hablaba de lo de siempre, de política, de economía, de la realidad del país. Los temas obviamente los sacaba él, y cuando me pedía opiniones yo se las daba. Respecto de lo periodístico, es bastante habitual que los presidentes se quejen de los medios, y al principio no pasaba de eso. Me parece que en los primeros años, Kirchner se mostraba más contenido con nosotros, nos iba relojeando, quería evitar situaciones que pudieran no tener retorno. A medida que se acentuaron los problemas de gestión ya no pudo disimular y dejó más expuesto su carácter transaccional. En la crisis del campo llegó a hacer insinuaciones de que con él podíamos ser los más ricos de la Argentina. Y antes me había preguntado si nos interesaba el negocio petrolero y hasta mencionó áreas en el Orinoco, en Venezuela. Yo trataba de zafar con elegancia. Le decía que nos sentíamos cómodos en nuestra industria y que más de un bife por día no comía, y eso cuando podía comer. Creo que él hasta llegó a fantasear con algún tipo de sociedad con nosotros. De hecho, quiso apostar a algo así con el tema Telecom. (…) Creo, además, que la guerra no fue la primera opción para ellos; habrían preferido que cediéramos y nos subordináramos. Fue cuando se resignaron a descartar esa opción, lanzaron la ofensiva abierta, aunque ni siquiera entonces dejaron de plantear ofertas; apretaban por un lado y por otro abrían una puerta para que cediéramos. Eso intentaron hacerlo durante muchos meses; le diría que hasta las elecciones de 2009. Por más que intensificaron el conflicto con nosotros, no habían descartado una negociación. En esos días (de la guerra con el campo) Néstor Kirchner siguió llamándonos para presionarnos. En una de esas conversaciones me lo dijo directamente: “A mí los millones de las retenciones me importan un pito. Yo tengo que destruir políticamente a estos tipos. Si gano esta, no queda nada enfrente. Limpio de malezas el camino al 2020”. Creo que me dijo la verdad. Y agregó: “Para esta pelea los quiero tener al lado. Así destruyo la Mesa de Enlace en menos de treinta días”. Esta era la idea. Aleccionar, disciplinar y desarmar a un actor de la sociedad que lo desafiaba, y para eso, utilizar todos los recursos del Estado y también los medios. Que no quedara nada enfrente. Le dije que creía que se estaba equivocando. Que la base social del conflicto no era la elite agropecuaria, que él veía con una lente que atrasaba años. Eran los chacareros, el veterinario, el farmacéutico, el concesionario de los pueblos agrícolas, el gran entramado social de ese sector. “Te estás peleando con la gente, no con la dirigencia”, fue mi respuesta. Obviamente, se dio cuenta de que no lo acompañaríamos en esa pelea. Entonces dijo que, si se lo proponía, él podía sacar una ley de medios para complicarnos la vida. Fue la primera vez que usó ese tema como amenaza. Y creo que fue la última vez que me habló con cierta sinceridad.

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