Economistas argentinos pueden encontrar consuelo por que sus colegas más prestigiosos del extranjero también han fallado. John Maynard Keynes dijo en 1927, dos años antes del crac: “No habrá más colapsos en nuestro tiempo”. En 1989, dos años antes de la desaparición de la Unión Soviética, Paul Samuelson opinó que ese país era “prueba de que un manejo socialista de la economía puede funcionar”. En 2007, un año antes de la última crisis mundial, Ben Bernanke pronosticó que “el impacto de los problemas de las hipotecas subprime en el resto de la economía y en los mercados financieros probablemente sea contenido”.
Hace un año, economistas que en la actualidad ocupan altos cargos del Gobierno y el Banco Central pregonaban al menos en público, quizás para convencer electores, crear expectativas o simplemente por error, que en 2016 la economía crecería de la mano de la inversión y que el déficit fiscal se reduciría por un aumento de la recaudación devenida de aquella expansión, justamente lo contrario a lo que sucedió. También vaticinaban que la inflación rondaría 20% o 25% porque supuestamente los precios en el final de la era kirchnerista estaban fijados a partir del dólar blue y no del oficial y, por tanto, la liberación del cepo cambiario resultaría inocua. Tampoco eso ocurrió. Pero no sólo las autoridades fallaron en sus predicciones sino también muchos economistas. Así como otros de sus colegas acertaron. Claro que tampoco la puntería en las predicciones constituye necesariamente una garantía de que el profesional vaya a ser un as en la instrumentación de políticas económicas.
La economía se ha contraído el 2,4% en los primeros nueve meses del año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Los bancos y consultoras relevados por la firma española FocusEconomics calculan que finalizará el año con una contracción del 2,2%. Pero hace 12 meses, esas mismas entidades privadas pronosticaban que la Argentina crecería el 0,5% en el primer año del Gobierno de Mauricio Macri.
Entre los que más se acercaron a la realidad está el Estudio Bein, que dirige Miguel Bein, ex viceministro de Economía del Gobierno de Fernando de la Rúa y asesor de Daniel Scioli en la última campaña presidencial, y cuya directora ejecutiva es Marina Dal Poggetto. Bein predecía una caída del 2,4%. La consultora Econométrica profetizaba una baja del 2%. La preside el ex secretario de Hacienda del Gobierno de Raúl Alfonsín, Mario Brodersohn, y sus demás directores son Juan Sommer, el radical Adrián Ramos y Ramiro Castiñeira. El norteamericano Citigroup previó una contracción del 1,7%. Entre los más optimistas para 2016 figuraban C&T Asesores Económicos, el banco suizo Credit Suisse y el español Santander. Vaticinaban que la economía argentina crecería el 3%, 2,7% y 2,5%, respectivamente.
"Suponer que la economía iba a crecer en 2016 es no entender cómo funciona", sentencia Bein. "Si movés el tipo de cambio 60%, las tarifas 170% y el salario 32%, es lógico que la inflación les gane a los salarios, el salario real caiga y también el consumo, que es 85% del PBI. El consumo privado es 72% del PBI. Cuando se produce una caída del 6% en el salario real, la economía inevitablemente cae. El 15% del PBI está constituido por inversión y no tiene la capacidad de traccionar la economía. Para compensar una caída del consumo de 4%, la inversión debería crecer 25%. Intentar levantar a corto plazo con la compra de equipos de producción una economía en la que el consumo pesa tanto es como tratar de pescar un tiburón con una caña trucha", define el también economista del Banco Industrial (Bind). "Cuando trabajaste décadas con el sector privado te das cuenta de que pensar que la recaudación iba a subir era wishful thinking (pensamiento ilusorio). La recaudación iba a caer por la baja de retenciones y porque la caída del consumo iba a impactar en el IVA y los derechos de importación", agrega Bein.
Alguna vez la London School of Economics concluyó que las predicciones económicas fallan por tres razones. La primera: por datos o modelos erróneos. La segunda: por cambios estructurales que se dan en la evolución económica de un país o del mundo. Por último, por mala suerte o azar.
Hace 12 meses los analistas preveían que la inflación ascendería al 33,9% anual. La ciudad de Buenos Aires midió un 44,8% interanual hasta noviembre pasado. El otro distrito que la registra desde antes de la normalización del INDEC en 2016, la provincia de San Luis, informó 40,9% hasta octubre.
La consultora británica Capital Economics vaticinaba un 50%. El alemán Deutsche Bank preveía un 39%. El centro de estudios Orlando J. Ferreres & Asociados, que dirige ese ex viceministro del Gobierno de Carlos Menem, y Bein predijeron el 38,1% y el 38%, respectivamente.
Hace un año no había comenzado aún el proceso de reconstrucción del INDEC que emprendió Macri y por el que pelearon durante ocho años los empleados del instituto reunidos en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). Precisamente, este gremio presentó este 16 de diciembre un pedido al Consejo de la Magistratura para que audite las causas sobre la manipulación estadística kirchnerista que están en manos de los jueces Rodolfo Canicoba Corral y Sebastián Ramos.
Por eso hace 12 meses algunas entidades no vaticinaban la inflación real sino que la informaría el INDEC. Así es como el español BBVA Banco Francés hablaba de 17,1%; el Santander, de 17,5% y la consultora británica Oxford Economics, del 22,6%. Otras entidades también arriesgaban sólo el número oficial. Pero estaban las que predecían la inflación real: Economist Intelligence Unit (EIU) barajaba un 27,9%; y la consultora Abeceb preveía un 28,7%. Por el 30% apostaban el banco norteamericano JP Morgan, el británico HSBC y la consultora Elypsis.
"Contrariamente al análisis de economistas que sostenían que los precios estaban fijados por el dólar blue o el contado con liqui y que, por tanto, soltar el dólar oficial no iba a tener consecuencias inflacionarias, nosotros sosteníamos que los precios estaban fijados por encima del dólar oficial pero lejísimos del blue, a 11 o 11,50 pesos por dólar. Y tuvimos razón", sostiene Bein. "Todos los precios de alimentos básicos tuvieron alzas mayores que el IPC (índice de precios al consumidor), que terminará el año alrededor del 40%: el aceite, el azúcar, la harina, los fideos, el arroz, el pollo, porque son transables (exportables) y buscaron equipararse al nuevo tipo de cambio comercial. No sé si los funcionarios actuales sostenían aquel análisis como argumento de campaña o realmente lo pensaban. (Alfonso) Prat-Gay hablaba del 20% o 25% de inflación en 2016 quizás porque anualizaba la inflación de este diciembre, y no hacía referencia al acumulado anual. Su trabajo de ministro (de Hacienda) es generar expectativas. Lo que resulta difícil de entender son otros economistas muy malos que pensaban que la salida del cepo no iba a trasladarse a precios. Son los imperdonables", dispara Bein.
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