El Gobierno del Reino Unido reiteró que la invitación al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue en pie, a pesar de que más de 1,8 millones de británicos hayan firmado una petición para que se cancelara una visita de Estado.
"La misoginia y vulgaridad de Donald Trump lo descalifican para ser recibido por Su Majestad la Reina o el Príncipe de Gales", apunta la petición presentada en el Parlamento británico, según la cual, al mandatario "debería permitírsele que entre en el Reino Unido como jefe del Gobierno estadounidense, pero no debería ser invitado a realizar una visita de Estado oficial".
Las autoridades dijeron que tomaban nota del reclamo pero no lo apoyaban. "Nos alegramos de darle la bienvenida al presidente Trump en cuanto estén dispuestas las fechas y los preparativos", ratificó el Gobierno. El próximo lunes los diputados deben tratar en el Parlamento la petición firmada por millones de personas en Internet.
La primera ministra, Theresa May, en nombre de la reina, invitó a Trump a fines de enero durante su visita a Washington. En general, los anteriores presidentes de Estados Unidos realizaron visitas oficiales con todos los honores ceremoniales al Reino Unido. La recepción de Estado incluye una procesión de carruajes por la calle londinense The Mall, además de un banquete en el Palacio de Buckingham.
El portavoz de la Cámara Baja, John Bercow, ya descartó que Trump vaya a pronunciar un discurso en el Parlamento británico y dejó entrever su posición crítica hacia ciertas expresiones controvertidas del presidente estadounidense, por lo que algunos lo acusaron de violar la neutralidad que exige su puesto.
Por su parte, el ministro del Exterior británico, Boris Johnson, dijo que la prohibición emitida por Trump contra ciudadanos de siete países es una política "altamente controvertida" a la que su Gobierno se ha opuesto, pero añadió que sigue creyendo que Trump "debería contar con el honor de una visita de Estado".
El ministro añadió que la alianza del Reino Unido con Estados Unidos es "de vital importancia", pero que el Gobierno no le teme a ventilar sus diferencias con Washington.
por María Cristina Ferrero
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