Los resultados de las pruebas Aprender fueron impactantes. Según difundió el Gobierno Nacional, el 46,4% de los alumnos de 5º y 6º año del secundario no comprende un texto básico mientras que el 70,2% no puede resolver cuentas o problemas matemáticos sencillos. La información, que se dio a conocer en el medio del conflicto salarial y un día antes de la Marcha Federal Docente, encendió las alarmas e instaló el debate acerca de la crisis de la educación.
NOTICIAS consultó a cuatro expertos en educación para que hicieran un diagnóstico de la situación actual. Y, si bien no todos están de acuerdo con la idea de que el sistema educativo atraviesa un momento dramático, sí comparten la teoría de que la Argentina debe encarar una transformación estructural de las escuelas a largo plazo.
Para los especialistas, la alta tasa de escolarización (que en la primaria se mantiene hace años en el 100%) es una de las principales fortalezas del sistema. Sin embargo, los niveles de deserción y de repitencia, así como la baja calidad de los contenidos son los grandes obstáculos.
A la hora de encarar posibles soluciones, subrayan los especialistas, es fundamental reconocer las múltiples razones que generaron el panorama actual. La falta de presupuesto, el destrato a los docentes y su escasa formación y la transformación del perfil de los alumnos son algunos de los factores para comprender el problema. Sin embargo, la raíz de todo aquello se encontraría en el modelo pedagógico adoptado en la Argentina hace más de 100 años y que, a pesar de que en algún momento de la historia fue un ejemplo para toda la región, en la actualidad quedó totalmente obsoleto.
Además de las dificultades en Lengua y Matemática, se observaron serios problemas en Ciencias Sociales y Ciencias Naturales, Aprender evaluó un espectro grande de alumnos de todas las provincias, de primario y secundario, de escuelas públicas y privadas. “Valoro la desagregación en diferentes instancias. Sirve mucho que todas las variables estén incluidas en el informe porque, si bien no son explicaciones causales de por qué les va bien o mal a los chicos, ayudan a comprender el contexto en el cual se desempeñan”, afirma Alejandro Ganimian, doctor en Análisis Cuantitativo de Política Educativa.
Los expertos, además, coinciden en la necesidad de que el Gobierno continúe publicando el resto de los datos que faltan como, por ejemplo, la desagregación por provincias. “Tenemos un estado de profunda debilidad y eso es los que dispararon las pruebas. Pero estas pruebas te dan un promedio de cómo está el país. Hay que tener en cuenta que hay una enorme disparidad entre las provincias porque aunque tengamos un sistema federal, las que manejan la educación en última instancia, son las provincias. Eso hay que mirarlo para hacer un buen diagnóstico. Sé que lugares como Santa Fe o la Ciudad de Buenos Aires son indicadores superiores a la media, o que en el NOA tienen resultados débiles pero que se están mejorando”, subraya Agustina Blanco, directora Ejecutiva de Educar2050.
Adentro del aula. A pesar de las diferencias de miradas, todos los expertos consultados insisten en que la Argentina tiene un aspecto positivo que, con políticas públicas atinadas, podría convertirse en un enorme potencial: el alto nivel de escolarización, tanto en la educación inicial como en la primaria y la secundaria.
“Este tipo de pruebas de calidad tienen que analizarse mirando la tasa de escolarización, de egresos y de repitencia. Un ejemplo inventado ilustra la cuestión: puede existir un país que tenga 1 millón de chicos en edad de secundario, que sólo 3 chicos vayan a la escuela y que en estas pruebas esos 3 chicos se saquen un 10. Entonces, a ese país le va fantástico en la evaluación pero el 99,99% de los jóvenes no estudia”, explica Silvina Gvirtz, pedagoga y actual secretaria de Ciencia, Tecnología y Políticas Educativas en el municipio de La Matanza. “En Argentina, en la primaria hace años tenemos una tasa de escolarización del 100% y en los últimos años está creciendo la matrícula en el inicial. El mayor desafío está en el secundario, donde si bien empieza el 85% de los alumnos, sólo egresa en tiempo y forma el 45%”, agrega.
Para Blanco, haber logrado que cada vez más chicos concurrieran a las escuelas es algo sumamente positivo aunque no resuelve el problema: “Hubo un avance importante en relación con el acceso, pero eso no tuvo su correlato en contenidos. Es allí donde hay que trabajar. El promedio indica que los niveles de aprendizaje son bajos. En matemáticas, las cifras hacen que nos alarmemos”, sostiene la experta.
Estructural. A la hora de responder a la pregunta acerca de por qué los alumnos no pudieron resolver los exámenes, las respuestas son muy disímiles. Mientras que para Gvirtz el recorte presupuestario en educación y el bajo salario de los docentes son fundamentales a fin de comprender el problema, para Blanco hay una multiplicidad de factores que confluyen: “Son varias cosas. Está el tema de la formación de los docentes, el sistema de licencia, la falta de motivaciones o los problemas edilicios”, advierte.
Para Ganimian, sin embargo, por qué fallan los alumnos es una pregunta difícil de responder si se tiene en cuenta que la Argentina hace muy poco tiempo que toma evaluaciones comparables entre sí. “No pongo en tela de juicio que las generaciones anteriores veían que la escuela pública hacía una tarea muy diferente de la de hoy, sobre todo en relación con los chicos de menos recursos. Sin embargo, hay que remarcar que no tenemos evidencia de esa época como para comparar el desempeño de hoy”, dice. Por eso, para el sector que defiende este tipo de exámenes estandarizados, Aprender puede llegar a ser una buena herramienta a futuro, porque serviría no sólo para diagnosticar sino también para tener un piso donde pararse para iniciar una transformación.
Sin embargo, todos los expertos consultados coinciden en que se debería transformar todo el modelo educativo. “Toda la organización del secundario, las materias y la metodología nació en el siglo XIX y nunca se cambió. Es difícil pedirle a un docente que se capacite y enseñe a pensar con un sistema en el que cada profesor pasa por el aula 40 minutos y se va”, dice Gvirtz. Para Puigrrós, los chicos de hoy no son los mismos que los de hace un siglo y allí reside la clave: “No se actualizaron los contenidos ni la metodología para chicos que viven en la era digital, que tienen otros valores”, advierte.
Según Blanco, el siglo XXI “necesita chicos activos, que sepan investigar, resolver problemas y trabajar de forma interdisciplinaria”. En esta línea, insiste en que “la sociedad cambió y el sistema educativo nunca se adaptó. Tenemos un modelo pedagógico que quedó obsoleto”. La directora de Educar2050, a pesar de la crisis que se ve por estos días, se muestra optimista: “Espero que el tema salarial y el de las pruebas Aprender sirvan, al menos, para poner en escena una problemática muy compleja, que sirva para que repensemos qué educación queremos”.
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