La palabra “soltar” lleva años en los tatuajes de los famosos. Las “terapias del orden” se popularizaron, en los últimos años, de la mano de la japonesa Marie Kondo. Su tesis es simple: tener lugar en los cajones libera espacio en el alma. Para eso, Kondo propone descartar “todo lo que no dé felicidad”. Impulsa jornadas de “limpieza” que apuntan a sacar de la casa el mayor número posible de bolsas de consorcio. El número se comparte con orgullo en Facebook; los cajones vacíos, en Instagram.
Lo que Kondo no enseña es qué hacer con esas bolsas. Son, a los efectos de su terapia, basura. Y como tal, problema de otro; no importa si su contenido podría redistribuirse a gente que lo necesite, o si larga al mundo materiales contaminantes. Las bolsas negras son el vómito en medio de la comilona; los espacios en el placard quedan listos y dispuestos para volver a comprar. Las terapias del orden no proponen ninguna reflexión sobre el consumo.
Basta con ampliar el foco para ubicar ese hastío de acumulación en un movimiento de época más amplio, que cuestiona las prácticas de hiperconsumo zombi y propone un consumo responsable. Esto implica tener en cuenta de dónde viene lo que se compra y hacia dónde va cuando lo descartamos. Pero también poner el consumo individual en relación ética con el resto del mundo, y buscar una distribución de recursos más equitativa.
Este es el corazón del movimiento de “nuevas economías”, un cambio de paradigma global que busca una mayor eficiencia en los recursos existentes asociada a valores de bien común. Las economías colaborativas, la del bien común, las empresas B, los movimientos de cultura libre y abierta y producción de pares son parte de este ecosistema emergente que pone lo humano en el centro de la escena. En Buenos Aires, el encuentro internacional “Comunes” busca abrir y visibilizar la discusión por nuevos sistemas posibles. En mayo de 2016 reunió a 400 personas; este año la convocatoria será del 28 al 30 de junio en el Centro Cultural de la Cooperación. El despilfarro de alimentos, los bienes comunes como nuevo paradigma político e internet como un espacio compartido serán algunos de los ejes centrales.
El desapego de lo material y la redistribución de bienes en desuso está en el corazón de las economías colaborativas. Bienvenida sea la moda del minimalismo, si ayuda a repartir lo que tenemos de un modo más equitativo.
*Editora de NOTICIAS web y del portal de economía colaborativa El plan C
por Marcela Basch
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