Luciana C., arquitecta de 39 años, viajó con una amiga el segundo fin de junio de compras a Chile. “Un poco para hacer compras, otro por curiosidad y otro por salir de la rutina”, cuenta esta madre de familia. En el hotel se encontró con una mamá del mismo colegio que el de sus hijos junto con otras 11 parientas y una amiga que viajaba con otras tres. Algunas de ellas vuelan dos veces por año a Chile y suelen pagar el pasaje con las millas que acumulan con la tarjeta de crédito. La moda comenzó con el dólar barato y la economía cerrada del final del kirchnerismo, pero se profundiza. Luciana fue por primera vez. Su amiga se topó con una socia de su mismo club que va dos días por mes para hacerse de stock y venderlo por Facebook.
“Fuimos con lo puesto y valijas grandes vacías, y volvimos con todo lleno”, cuenta Luciana. “Hay mucha diferencia de precios y cosas que acá no llegan. No son los precios de Miami y Orlando, pero...”
Lilian L., de 33 años, trabaja en marketing digital y dentro de dos semanas viajará a Chile con una amiga a comprar ropa, zapatos, televisor y laptop. Ya comparó precios y allá cuestan entre un tercio y la mitad más baratos. Pese a la eliminación del arancel a las computadoras, del otro lado de la cordillera cuestan aún 20% menos que acá, por los costos laborales, impositivos y logísticos y los altos márgenes de las cadenas comerciales, confiesa el número uno de una de las principales compañías tecnológicas instaladas en la Argentina. “Voy a comprar para mí, para mi novio, mi papá y mi mamá. Medí los talles de todos”, cuenta quien el año pasado viajó a Europa y en diciembre próximo repite, con parada en España, donde planea ir de tiendas. Para ella no son tiempos del deme dos. Son los del deme tres, o cuatro.
Entre la abaratamiento del dólar y la gradual apertura de la economía, analistas se preguntan si vuelven los 90. Pero la historia nunca se repite. En 2016 la cantidad de argentinos que volaron al exterior desde Ezeiza y Aeroparque Jorge Newbery aumentó 15% y en el primer cuatrimestre de 2017, un 13%. Este año Brasil fue el principal destino (24% de los viajeros), seguido por Estados Unidos y Canadá (20%) y Europa (13%), mientras que Chile (11%) le pisa los talones y sus shoppings reconocen que se sostienen con los tours argentinos de compras. El país de Michelle Bachelet crecerá este año solo 1,6%, al tiempo que el de Mauricio Macri se recuperará 2,6%, tras caer 2,3% en 2016, según la encuesta a bancos y consultoras de FocusEconomics.
Rápido
Las importaciones también crecen en la Argentina. Mientras las exportaciones aumentan apenas 1,8% en el primer cuatrimestre del año, las compras externas suben 9,1%, respecto de un 2016 en que comenzó a abrirse la economía. Las importaciones de este periodo de 2017 aún son menores que en el mismo lapso de 2011, 2012, 2013 y 2014. Eso sí, la entrada de bienes de consumo crecen más (16,7%) y las de automotores, mucho más (40,2%). Se elevan 30% las importaciones de ropa y alimentos, desde la manteca uruguaya Conaprole hasta los tomates en conserva, y 24% las de calzado.
Las automotrices están vendiendo 18,3% más que en 2016, pero siete de cada diez vehículos que comercializan son extranjeros. La producción nacional cae año a año desde 2014. Bajó 4,6% en los primeros cinco meses de 2017, pero repuntó en mayo.
¿Volvimos a los 90? “Tenes un tipo de cambio muy apreciado, similar a los 90 o a los tiempos de (José Alfredo) Martínez de Hoz (ministro de Economía de 1976 a 1981), pero con una gran diferencia: tenemos un control cuantitativo de importaciones a través de las licencias no automáticas (LNA)”, describe el economista Roberto Frenkel, investigador del Centro de Estudios Estado y Sociedad (CEDES). “Con este tipo de cambio apreciado debés mantener el control de importaciones, no por vocación kicillofista, sino porque si abrís más la economía, se cae más rápido el empleo. Pero a su vez, si no la abren, nadie invierte. Es perverso porque con las LNA el Gobierno distribuye la renta y eso incentiva la corrupción, no digo que suceda, pero acá los importados valen más caros que el producto nacional equivalente y el importador se queda con la diferencia. Todo el mundo está esperando que suba el tipo de cambio, pero el Gobierno lo va a mantener bajo porque así y quebrando la indexación salarial mantiene la inflación baja. Esta película ya la vi. El dólar, el colectivo y la luz están baratos sobre la base de endeudamiento externo, que no es sostenible a mediano plazo. Mientras, hay gente que viaja al exterior, hace consumo suntuario y compra dólares para guardar, porque el grueso ahorra en dólares, no en Lebac (Letras del Banco Central)”, describe Frenkel, que recuerda que Chile abrió su economía, pero tiene 18 millones de habitantes (frente a 43 millones de argentinos) e innovó en productos más allá del cobre.
Un colega suyo, Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, opina que “se pone en evidencia lo cerrada que es la economía argentina: apenas se liberan importaciones, conviene más importar que producir acá”. “Antes viajaban de compras a Miami. Ahora también a Paraguay o Chile, que del otro lado de la cordillera lidera en apertura económica. Esto pone en evidencia el rumbo equivocado de la Argentina en las últimas décadas. Cerrando la economía nos quedamos con 30% de pobres. Necesitamos abrirla, pero estamos en una trampa porque para competir hay que bajar impuestos y para eso, bajar el gasto”, opina Castiñeira.
Contraste
En cambio, el sociólogo y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Damián Pierbattisti advierte sobre el rumbo de Macri, aunque ve diferencias con los 90: "Lo nuevo es que el Gobierno logró polarizar con el kirchnerismo proyectos de país contrapuestos y neutralizar los resultados evidentes que genera un régimen macroeconómico neoliberal. Advierto una gran astucia para hacer pasar como novedosas políticas que ya demostraron ser nocivas".
Otro sociólogo, Daniel Schteingart, profesor de la Universidad de Quilmes, señala que los que viajan de turismo y compras al extranjero son solo el 30% más rico de la población y que el 50% más pobre no suele cruzar la frontera. "En 2016 hay evidencia de que quienes peor la pasaron fueron los deciles (sectores que representan el 10% de la población) más bajos, pero los de arriba en general también perdieron", sostiene. Desde la antropología, Alejandro Grimson, docente de la Universidad de San Martín, opina que "a millones de argentinos les encanta viajar y aprovechan cuando el dólar está regalado. Hay un deme tres porque se ve que no puede durar un dólar barato ficcional, no basado en aumento de productividad, sino en el ingreso de capital golondrina y deuda". Se verá cuánto persiste.
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