Por lo menos ocho personas, además de la supervisión de Alfredo Yabrán, participaron en el asesinato de José Luis Cabezas. Ninguno de los condenados cumplió más de trece años en prisión. La semana pasada, el último que quedaba preso, Aníbal Luna, salió en libertad.
Veinte años atrás, una banda a las órdenes de Gregorio Ríos, jefe de seguridad del oscuro empresario, terminó con la vida del reportero gráfico. Estaba integrada por cuatro delincuentes comunes oriundos Los Hornos, dos policías de Pinamar que aportaron la logística y su comisario, Alberto "Liebre" Gómez. Sólo uno de ellos quedaba -en los papeles- detenido: Luna, ex uniformado de la localidad costera. El miércoles pasado salió en libertad. Aunque se suponía que estaba preso, en enero NOTICIAS lo encontró paseando por General Madariaga.
Como publicó el medio de Dolores, Compromiso Diario, Luna fue liberado, poniendo fin a su particular condena en la Unidad Penal 6 de esa ciudad: aunque había sido sentenciado a cadena perpetua, había logrado obtener un "régimen semi abierto" que le permitía salir 72 horas por semana de la cárcel. En verdad, según investigó este medio a comienzos de año, el ex policía se paseaba por Madariaga -donde, en una cava, asesinaron a Cabezas dos décadas atrás- mucho más de lo que tenía permitido por la ley. Hasta tenía un trabajo en un negocio de venta de artículos de limpieza.
Este medio, al que pertenecía el fotógrafo asesinado, logró encontrar a Luna y filmarlo en vivo, en una transmisión que se emitió vía Facebook. Durante ese video, el ex policía no dijo una sola palabra. Tampoco pidió perdón.
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Identikit
Al momento del asesinato de Cabezas, Luna se desempeñaba como oficial ayudante en la comisaría de Pinamar, y se lo señaló como el responsable de hacer un seguimiento del fotógrafo en los días previos al crimen. Se lo consideró un partícipe necesario y se le adjudicó haber intervenido en la maniobra para “liberar la zona” a fin de facilitar la tarea de los autores materiales. Luego de que su pena fuera reducida a 24 años de prisión, Luna recuperó su libertad en agosto del 2006 gracias a la entonces vigente ley del “2×1”. Tras pagar una fianza de 40.000 pesos se fue a Ostende, donde se convirtió en chofer de un colectivo escolar. Tiempo después se trasladó a la vecina localidad de Madariaga y comenzó a despuntar el vicio con una de sus pasiones: el fútbol. Se convirtió en el entrenador infantil del Club Deportivo Juventud Unida de Madariaga. Sin embargo, la experiencia no duraría mucho. A principios de 2012, cuando los padres se enteraron de quién era el DT de sus hijos, pidieron que sea removido del cargo. La presión vecinal llevó a que el Concejo Deliberante lo declarara persona no grata y ordenara su expulsión del club.
Sobre fines de ese mismo año, Luna recibiría otro revés cuando la Suprema Corte revirtió el fallo por el cual su condena se había acortado. Así, volvió a estar preso. Desde 2015 Luna goza de beneficios especiales en el cumplimiento de su condena y tiene permitidas salidas laborales de tres días consecutivos. Ese año comenzó a trabajar en Terranova Química, un negocio de venta de productos de limpieza. Luna es el encargado de repartir los productos en camioneta y quienes lo ven circular aseguran que su presencia en las calles de Madariaga es diaria. “No creo que esté cumpliendo ningún régimen. Está siempre acá”, arriesga un vecino. Otros, incluso, describen una rutina: “Todos los mediodías sale a correr. Creo que da clases”, explican, al tiempo que destacan que lo ven “muy atlético”. El intendente de Madariaga, Esteban Santoro, le dijo a NOTICIAS que "de ninguna manera" Luna cumplía a condena. "Lo cruzo constantemente en la calle. Está libre todos los días y trabaja en un comercio de venta de artículos de limpieza. Pero si no hay justicia penal, por lo menos tiene que haber justicia social".
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