si hay algo claro por estas horas en Italia, es que las elecciones (convocadas para el domingo 4 de marzo) no darán un ganador. El frío del invierno europeo ha contagiado un clima marcado por la indiferencia casi generalizada del electorado italiano, una preponderancia de la propaganda digital y un escenario fragmentado en un puñado de partidos que poco convencen.
La situación de ingobernabilidad en Italia no es nueva, sino más bien un loop cíclico iniciado en la posguerra, con la alternancia entre partidos conservadores y socialdemócratas, los escándalos de mafia y corrupción, y la incapacidad de consensuar mayorías que ha condicionado al espectro político a parir leyes electorales: desde la década del ‘90 a esta parte se ha modificado cuatro veces. Su última versión, bautizada “Rosatellum” salió a la luz el año pasado luego de un pacto entre el Partido Democrático de Matteo Renzi y la Fuerza Italia de Silvio Berlusconi para, por un lado establecer un mecanismo que pueda generar una mayoría en el Parlamento y mantener en pie un gobierno, y por otro, poner un freno al llamado “populismo” encarnado en el Movimiento Cinco Estrellas (M5s por sus siglas en italiano) de Beppe Grillo, tercero en discordia que llegó para quedarse.
Aprobado mediante el voto secreto, el Rosatellum favorece a los partidos que se presenten en coaliciones, pero no las obliga a continuar la alianza una vez finalizada las elecciones. Este sistema mixto establece que el 36 por ciento de los escaños, tanto para Diputados como para Senadores, sean asignados con un sistema mayoritario basado en circunscripciones uninominales, mientras que el 64 por ciento restante, se obtienen de acuerdo al principio de proporcionalidad. Mecanismo inverso a la llamada ley “Itallicum”, predecesora de esta y declarada inconstitucional por la Corte Suprema italiana.
Los grandes y viejos partidos son beneficiados, y los pequeños y nuevos, desalentados. Eso es lo que creen desde el M5s, la iniciativa antiestablishment que mezcla elementos de izquierda asistencial con marcados tintes de derecha -como por ejemplo su posición en contra de los inmigrantes-, pero que por su transversalidad, seduce a un amplio porcentaje de jóvenes que comparten sus ideales en torno al ambientalismo o el libre acceso a Internet.
Cinco estrellas
El partido revelación de las elecciones presidenciales de 2013, dio un batacazo pocas veces visto al obtener el porcentaje más alto de votos, pero al no llegar al 40 por ciento necesario, y al no integrar ninguna coalición, debió conformarse con un tercer lugar en la repartición de bancas parlamentarias, dandole el Presidente Giorgio Napolitano la responsabilidad de formar gobierno al Partido Republicano (PD), luego de una crisis de representatividad.
En aquella ocasión, las elecciones habían dado por ganador a Pier Luigi Bersani quien luego de varios intentos de formalizar una alianza con la oposición, no logró imponer un gobierno con la confianza necesaria del Parlamento. Enrico Letta lo sucedió en la tarea y tras unos meses como jefe de gobierno, sucumbió en manos de su compañero de partido, Matteo Renzi en un clima de inestabilidad sofocante, fuera y dentro del PD. Renzi, ex alcalde de Florencia, con casi dos años al frente del Consejo de Ministros, fue el Premier de los últimos 20 años que más ha resistido en el cargo (casi 2 años), luego del gobierno de Berlusconi de 2008.
Tras la crisis por la pérdida del Referéndum de reformas constitucionales, Renzi presentó su renuncia y fue sucedido por Paolo Gentiloni, también del PD. Periodista, descendiente de un conde y de lenguajes moderados, Gentiloni llegó a ser amenazado por el ISIS y fue el encargado de las reformas que frenaron el poder de Berlusconi en los medios italianos. Suena fuerte su posible continuación como Primer ministro, en el caso de que no se llegue a un consenso y se deba llamar a nuevas elecciones.
Temor populista
Luigi Di Maio con sólo 31 años, es el candidato a primer ministro más joven en la historia de Italia. Oriundo de Avelino, la promesa del M5s tiene claras intenciones de salirse del bloque europeo, por lo que los descontentos de Berlín, París y Bruselas pusieron en alerta a una Italia que a 10 años de la crisis económica, ha mostrado mejoras en los índices de su balanza comercial, sus niveles de empleo y de consumo.
En la vereda opuesta, el líder de la xenófoba Liga Norte, Matteo Salvini ha dejado bien en claro que el pensamiento fascista sigue teniendo adeptos en el país, sobre todo con las declaraciones racistas volcadas a la prensa luego de que Luca Traini, un ex candidato de ese partido, fuera detenido en Macerata, tras disparar y herir de gravedad a un grupo de inmigrantes de color. "La responsabilidad moral de cada episodio de violencia que ocurre en Italia es la de quienes la han llenado de inmigrantes ilegales”, sentenció Salvini. El “ultra” de cabeza rapada de 28 años, fue detenido en el monumento de los Caídos en la Segunda Guerra Mundial con una bandera italiana al cuello mientras hacía el saludo fascista. Luego de eso, una manifestación de miles de personas llenaron las calles de la ciudad del centro de Italia para decir “no al fascismo” profundizando una grieta imposible de conciliar.
por Carla Oller
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