Mientras la gobernadora María Eugenia Vidal acumulaba broncas pero cuidaba las formas, su ministro de Gobierno era el portavoz del enojo de la Provincia contra el gobierno nacional. La causa: el recorte del presupuesto para el 2019.
El ex intendente massista Joaquín de la Torre fue el encargado de hacer visible el reclamo: “Es un error político dejar a la Provincia con menos dinero”, le advirtió al ministro de Interior Rogelio Frigerio. Y luego, el hombre de Vidal le apuntó al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne.
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Sólo las promesas del presidente Mauricio Macri para Vidal de un refuerzo de las partidas destinadas a la provincia de Buenos Aires, hechas luego del cierre del presupuesto, hicieron que la gobernadora le pidiera que baje la intensidad de sus críticas. Fue el principio de la tregua entre ambas partes. La gobernadora de la Provincia y su mano derecha, Federico Salvai, le pidieron serenidad. Habían conseguido lo que buscaban, aunque según pudo saber NOTICIAS, Macri no se quiso comprometer y le habló a Vidal en potencial.
"Él viene de otro palo. En Cambiemos no ventilamos los problemas, dialogamos y los resolvemos adentro”, se justificaron desde el gabinete bonaerense. Fue una forma de desligarse de los dichos del pejotista, que fueron muy funcionales a la causa vidalista al interior de la coalición gobernante.
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Los justicialistas del Gobierno, quienes fueron bastardeados en los primeros años de gestión de Macri, tuvieron un alto protagonismo en los últimos tiempos de crisis del oficialismo. En esa misma dirección, Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados, estuvo a punto de dar el salto a su partido original. Pero su actuación estelar en la media sanción del presupuesto lo revalorizó. Cambiemos resolvió sus últimos conflictos con una gran cuota de peronismo interno.
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