Cada vez que acompaña a un posible inquilino o comprador, el dueño del departamento donde murió Alberto Nisman escucha la misma pregunta: “¿Acá murió el fiscal?”. Responde que sí, con resignación y sin dar más detalles, y continúa el recorrido por los 136 metros cuadrados.
La primera sensación que da entrar al edificio Le Parc de Puerto Madero es que se trata de una fortaleza. Impenetrable sin la anuencia de un morador. Porque antes de ingresar, el visitante se registra. Luego, el ascensor que lleva al palier privado del piso 13 sólo abre la puerta con la introducción del código pertinente. Sin eso, no habrá éxito.
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El recorrido empieza en el living/comedor, rodeado de ventanas con cortinas de tela que dejan pasar claridad. Atrás se adivinan las otras dos torres del mismo complejo y el Río de la Plata. Allí están las sillas y sillones donde los gendarmes se amontonaban con mucho de desprolijidad y con poco oficio, ensuciando la posible escena de un crimen. Cualquier visitante, que sabe donde está, puede entrecerrar los ojos y jugar a adivinar los movimientos de aquel día fatídico.
El departamento por dentro, hoy:
Sin embargo desde hace cuatro años el departamento es alquilado temporalmente por varias personas, en su mayoría extranjeros, que probablemente no estén enterados de que el lugar que habitan forma parte de la historia reciente del país. Pasar un mes en ese departamento cuesta US$ 2.700 mensuales más $17 mil de expensas. No es una experiencia barata.
Mientras tanto, dos inmobiliarias intentan vender sin éxito el inmueble al rebajado precio de US$ 850 mil, algo más barato que departamentos similares de la exclusiva zona. Por ahora, sin suerte.
Al pasillo lo interrumpe una puerta, antes de la tan ansiada suite principal. Es la de la primera habitación, de tamaño normal pero con vestidor que lleva a un baño privado. Luego sí, el recorrido lleva a los periodistas de NOTICIAS al dormitorio que ocupaba Nisman y al baño donde apareció muerto el 18 de enero del 2015. La visita se carga de una tensión extraña. ¿Entrarían tres personas tal como asegura la pericia de Gendarmería que imaginó a Nisman y a dos supuestos verdugos en ese espacio? Efectivamente, al ingresar al baño, uno entiende que sí, que podrían caber.
El toilette privado que usaba el fiscal tiene unos nueve metros cuadrados y una disposición que permitiría el ingreso de varias personas al mismo tiempo. Las fotos no le hacen honor a sus medidas. No hay ángulo, al menos para un fotógrafo amateur, de mostrar con precisión el espacio. Porque la bañera, el inodoro, el bidet o la mesada son obstáculos que no permiten conseguir una buena posición.
La cocina, por último, revela que nada ha cambiado demasiado. Allí está la pava eléctrica negra que usaba el fiscal, por ejemplo. A cuatro años del fallecimiento, la mayoría de las cosas continúan en su lugar, estancadas en el tiempo. Tanto como la causa que investiga la muerte del fiscal.
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por R. N.
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