Un buen servicio es como una grata melodía: armónica, coherente y ordenada. Il Faro, el restaurante de impronta italiana ubicado en José Ignacio, destaca por ello. El cliente es recibido con notable amabilidad por la “hostess”, que inmediatamente ubica al comensal en su mesa. Acto seguido, una moza se acerca para ofrecer el agua importada -con o sin gas-. Durante el servicio, su cometido exclusivo será el de asegurarse que a ningún comensal del salón le falte en su copa el líquido elemento. La entrega de carta y la toma de comanda es ágil. Nos atiende el sommelier -el argentino Gerónimo Tellierini-, explicándonos con precisión la composición de los platos y las consultas en torno a una carta de vinos que requiere un punto y aparte. Tomada la nota del pedido, con la focaccia en la mesa y el vino servido, se acerca la moza a cargo. Se presenta y nos atiende durante el resto de la velada. Si bien el cometido del sommelier no es el de tomar comanda, la resolución fue perfecta. Una actitud de servicio digna de ser destacada.
El restaurante de espíritu cantinero ofrece varios ambientes que giran en torno a los principales atractivos de la casa: la cocina a la vista y el horno de leña. Al timón de los fuegos se encuentra el veneciano Alessandro Tridenti. El horno es una proeza artesanal de una sola pieza revestido en venefitas doradas que vino directo desde Nápoles y pesa la friolera de tres toneladas. Pietro, el “pizzaiolo” de la casa, elabora con sus recetas -secretas y únicas-, los panes de masa madre y las pizzas de estilo napolitano con borde o “cornicone” ancho y aireado y centro ligero.
La carta es pura provocación para los amantes del buen vivir. Desde los pulpitos a la manera del cuoco (cocinero) hasta los tomates costoluto (antiguos) con sal marina, orégano y anchoas del cantábrico. De la propuesta de pastas elegimos los tagliatelle Don Nicola, primo-hermanos de los putanesca -con tomate, alcaparras, anchoas, perejil, peperoncino, ajo, albahaca y olivas negras-, y los panzotis caprese con mozzarella, tomate fresco y albahaca, acompañados con puré de berenjena ahumada y pesto de rúcula. La carta incluye carnes y pescados como la milanesa de ojo de bife con hueso y salsa de tomates “cherry” y el pulpo a las brasas con alcaparras, olivas, limón y peperoncino. Entre los postres decantamos por la isla de Capri, un bizcochuelo de chocolate -que mejoraría en una textura más húmeda- acompañado por un notable helado de pistacho.
La carta de vinos, original en su confección, se pone en la piel del comensal no erudito, clasificando los vinos blancos en refrescantes, intensos y elegantes y los tintos en ligeros, jugosos, elegantes, intensos y distinguidos. En 2018, durante su primera temporada de apertura, Il Faro recibió la visita del laureado chef italiano Maximo Bottura. Pidió unos spaghetti pomodoro y una pizza napolitana, con cuyos bordes limpió ávidamente la salsa del plato de pasta mientras aseguraba alegremente: “questo si mangia così” (esto se come así).
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VINOS
ALIANZA. TANNAT. CABERNET FRANC. MERLOT 2018.
Bodega Los Nadies. Cuchilla Verde, Canelones. Un vino uruguayo diseñado para el consumidor japonés. Joven, frutal, con marcado gusto a roble y firme personalidad. Marida con pastel de carne cortada a cuchillo con una fina capa de puré de papa artesanal gratinado y vegetales crudos.
Precio sugerido: $ 400.
EQUILIBRIO. TANNAT. MERLOT. MALBEC 2015.
Bodega Los Nadies. Cuchilla Verde, Canelones. Vino amable y férreo que vivirá por décadas en botella. Remontajes a mano y maceración por 68 días de los hollejos. Un vino exclusivo de edición limitada (3.300 botellas). Marida con selección nacional de quesos, aceites y panes artesanales.
Precio sugerido $ 660.
EQUILIBRIO. TANNAT. MERLOT 2011.
Bodega Los Nadies, Cuchilla Verde, Canelones. Un vino a abrirse y decantarse una hora antes de ser consumido. Notas a frutas rojas maduras, gusto a frutos negros con destellos de madera seca. Marida con merluza negra y espárragos trigueros (todo a la parrilla).
Precio sugerido: $ 1200.
por Alva Sueiras
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