Creo que ahora Mauricio Macri, como le suele suceder a muchos primogénitos que pierden a su padre, va a empezar a tener mucho más respeto por lo que es la vida, por lo que es el disfrute, el placer. Va a responder y trabajar más en base a su propio deseo.
Es que uno de los grandes temas de su vida fue, desde chico, medirse con su padre, demostrarle que estaba a la altura, que podía realizar lo que se proponía: ahora eso ya pasó, no tiene que mostrarle y mostrarse probo ante su padre, ni tiene que medirse con él. Está, de alguna manera, más liberado: él trabajó durante años, hasta en sesiones de terapia, para salir de esa lógica de avanzar a pesar del padre, y ahora, finalmente, va a estar libre de ese peso.
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También la muerte de Franco coincide con el cumpleaños número 60 del Presidente, con todo lo que eso significa: ahora va a estar muy movilizado con todo lo que es respecto a su propia salud, al cuidado, la reflexión sobre, incluso, el final de su propia vida. Es el final de la vida de su padre en un momento importante de su propia vida.
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Ya en la apertura de las sesiones en el Congreso, el primero de marzo, se lo vio mucho más envejecido a Mauricio, y él, si en ese momento no era del todo consciente de esa realidad, seguramente lo sea ahora con la muerte del padre, algo que para todos significa que el propio final está más cerca.
La muerte de su padre le da a Mauricio un decidido golpe de madurez.
*Psicóloga y escritora
por Beatriz Goldberg*
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