**1/2 Quizás no sepan que Hellboy es un personaje de cómics que trabaja con la tradición del superhéroe y la iconografía de lo paranormal y terrorífico. Que Hellboy, el personaje, es un adolescente eterno, hijo de un demonio pero criado por un científico como un buen pibe gigante y poderoso (pero pibe al fin).
Eso eran las dos películas sobre él que hizo Guillermo del Toro, dos películas donde lo importante era jugar, divertirse, tener buen humor y, finalmente, la ternura juvenil que surgía entre los personajes. Eran fantasías casi infantiles en el mejor sentido del término (el de la invención y las ganas de compartir la emoción de la aventura).
¿Por qué hablar tanto de aquellas películas? Porque este “reboot”, aunque sus actores transpiran la camiseta, se siente una especie de refrito cruel de la versión de Del Toro. Algo así como “agreguen más sangre y más oscuridad para diferenciarnos”, aunque –y este es el enorme problema– no sea pertinente.
Aquí se vuelve a narrar el origen del personaje, se presentan los agonistas del asunto, aparece una bruja artúrica y se mezclan varios datos tradicionales para desembocar en el acostumbrado “rompan todo” del blockbuster contemporáneo.
(Leer también: Cine: cuáles son las películas imprescindibles que hay que ver)
Más allá de la decencia de Harbour o la presencia de la reina de la clase B divertida Milla Jovovich, la nueva Hellboy parece una película realizada en la incomodidad de saber que será comparada con un gran film de género. Y, profecía autocumplida, su pereza lleva a eso.
(EE.UU., 2019, 121') Aventuras. Dirección: Neil Marshall. Con David Harbour. AM16.
por Leonardo D’Espósito
Comentarios