El ingreso al país de aerolíneas low-cost junto al incremento en el tránsito de pasajeros y la necesidad de sumar tecnología pusieron a la industria aerocomercial en el centro de la escena, pero además impactaron profundo en todo el negocio aeroportuario, con demanda de más servicios y mayores obras para impulsar “la revolución de los aviones”.
En el país funcionan 55 aeropuertos, de los cuales 35 son administrados por Aeropuertos Argentina 2000 (AA2000), compañía de la Corporación América (de Eduardo Eurnekian). London Supply, de la familia Taratuty, controla los de El Calafate Ushuaia y Trelew, mientras que otros permanecen a cargo de gobiernos provinciales como el de Santa Fe.
"La aparición de nuevos actores en el mercado aerocomercial en los últimos tiempos generó cambios y expectativas en el negocio; y, naturalmente, el crecimiento de tráfico de aeronaves y pasajeros implicó la realización de importantes obras en servicio e infraestructura”, asegura María Taratuty, directora de asuntos públicos de London Supply. En 2019, esta firma invertirá $90 millones.
(Te puede interesar: Tasas diferenciales y mudanza de vuelos: el Gobierno da aire a las low-cost)
Martín Eurnekian, presidente de AA2000 y sobrino de Eduardo, comenta: "Llevamos adelante el plan de obras más importante de nuestra historia en gran parte de los aeropuertos argentinos, en el marco de la política de 'revolución de los aviones' propuesta por el gobierno nacional hace tres años, con fuertes inversiones y expansión de infraestructura”. Según el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA), la empresa de Eurnekian invertirá $ 22.500 millones entre 2016 y 2019. Entre las concesionarias y el Estado se desembolsarán 57.500 millones en el mismo lapso.
Un caso aparte es el aeropuerto internacional de Rosario porque, cuando vinieron las privatizaciones en 1997, el gobierno de Santa Fe decidió no otorgar el aeropuerto en concesión y mantenerlo bajo su órbita. “En su momento fue una decisión política y, con el tiempo, se valoró la autonomía para tomar decisiones y definir ciertas cuestiones”, explica Cecilia Gabenara Boero, vocera de la estación aérea rosarina. Aunque, desde entonces, “se hizo visible la necesidad de tener un Estado nacional que acompañara con políticas para favorecer la llegada de compañías aéreas y que entendiera la importancia de las conexiones internas, sin tener que ir a Buenos Aires”, agrega.
(Te puede interesar: Polémica por la seguridad aérea)
Para obtener sus ganancias, loc concesionarios cuentan con tres alternativas. Por usar el aeropuerto cada viajero abona una tasa incluida en el ticket, cuyo valor estipula el ORSNA, y que hoy cuesta $74,33 más IVA para cabotaje y US$49 para viajes internacionales, con IVA incluido. Las aerolíneas, en tanto, abonan una tasa por el uso de pista y plataformas y su valor varía según peso del avión, el horario, etc. Desde el ORSNA informan que para un avión estándar de 79 toneladas en Aeroparque por un vuelo de cabotaje se cobran promedio $90 más IVA, mientras que para internacional en el mismo aeropuerto e igual peso se abonan US$565,64.
Otra fuente de ingresos proviene del alquiler de espacios, cuyos valores supervisa el ORSNA para que no haya distorsiones de precios. Si bien existen varios tipos de contratos, para los comercios, generalmente, optan por cobrar un porcentaje sobre la facturación del local. Mientras que el alquiler con valor fijo se aplica, por ejemplo, para empresas como las que hacen el catering de los aviones o las que utilizan los hangares.
Tres. El tercera origen de la facturación -y el de mayor relevancia- tiene que ver con las actividades de carga. La terminal es como un gran depósito por el cual los concesionarios cobran una tarifa a las aerolíneas. En el caso de AA200, la encargada de las operaciones es la firma TCA, otra empresa del grupo Eurnekian.
“El éxito del negocio no está en la gestión privada o no, sino que depende de una estrategia mayor que fomente la conectividad aérea entre ciudades y que no obligue a centralizar rutas”, reflexiona Gabenara Boero, del aeropuerto de Rosario. Aunque reconoce que “el poder de negociación en el mercado no es igual para una terminal provincial que para un grupo con más de 30 aeropuertos”.
(Te puede interesar: Turismo: a un paso del avión)
Las inversiones en el sector se enfocan principalmente en infraestructura, equipamiento, tecnología, servicios y sustentabilidad. “La perspectiva del negocio implica seguir desarrollando una amplia red aeroportuaria que permita mayor y mejor conectividad, con aeropuertos más flexibles y amigables para las personas”, sostiene Eurnekian. “Crece la cantidad de viajeros más exigentes y debemos trabajar cada día para estar a la altura de las circunstancias”, resumen desde su empresa.
Por el aeropuerto de Rosario transitan más de 850.000 pasajeros al año y las cifras apuntan a un incremento que superará el millón. Para eso, el objetivo es enfocarse en lo receptivo y ya invirtieron más de $750 millones en la reconstrucción de la plataforma original y sumar más posiciones de estacionamiento para aviones. Planifican una nueva terminal que requerirá 1.000 millones que saldrán de lo recaudado por el aeropuerto y del gobierno de Santa Fe. Gabenara Boero confía: “La situación de contracción que atraviesa el sector es transitoria y queremos estar preparados para cuando vuelva el auge”.
“El capital humano es otro de los puntos sobresalientes en nuestra actividad, lo demás llega por añadidura”, considera Taratuty. Y añade que “la adaptación de la infraestructura, incorporación tecnológica y nuevos procesos, o las innovaciones para mejorar la experiencia de los usuarios surgen del trabajo en equipo de nuestros colaboradores”.
por Carlos Toppazzini
Comentarios