En diciembre de 2016, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, conseguía alzarse con el premio Nobel de la Paz. Su campaña para terminar con medio siglo de guerra civil en el país era aplaudida en Oslo. Pero cuestionada por su pueblo: meses mas tarde el referéndum para amnistiar a los guerrilleros se chocaba con el “No” en las urnas (50,24%) y Álvaro Uribe se anotaba la victoria sobre su ex ministro de defensa. La relación entre ambos estaba rota hace tiempo. Los motivos eran varios, pero primaba el acercamiento que Santos había tenido con Hugo Chávez. Uribe sostenía que el gobierno venezolano entrenaba y financiaba a las FARC.
Las relaciones entre Bogotá y Caracas se habían roto en 2008 a cuenta de las guerrillas. Y se retomaron bajo la presidencia de Santos con el fin de llegar a un acuerdo que se firmó el año pasado. Pero la paz duró poco: unas semanas más tarde Nicolás Maduro acusó a Santos de estar detrás de un atentado contra su persona perpetrado con un dron explosivo. Y la frágil paz tardó menos de un año en quebrase. La semana pasada un grupo comandado por el ex número dos de las FARC, Iván Márquez (alias bélico de Luciano Marín Arango), anunciaba que retomaban la lucha armada.
Revés. Los guerrilleros se quejan de que Iván Duque, sucesor de Santos y delfín de Uribe, incumplió lo pautado. Más de 13.000 participan del proceso de reincorporación y reciben un subsidio del estado. Otro porcentaje solicitó créditos para proyectos agrícolas (destinados a garantizar que no volvieran a cultivar coca). Pero es solo el 10% según cifras de la ONU.
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Unos 2.300 ex combatientes se presume que cruzaron a Venezuela, donde Maduro les dijo que serían bienvenidos. Y 1.800 de ellos formarían hoy el ejército de Márquez.
"No son una nueva guerrilla, no son un nuevo grupo. Nosotros ya lo teníamos catalogado como una banda dedicada de tiempo completo al narcotráfico, que por sus características y nivel de amenaza puede ser bombardeada", amenazó el general Luis Navarro, Comandante General de las Fuerzas Militares de Colombia.
"Lo que quieren ellos es articular todas estas estructuras que están delinquiendo, las cuales tenemos claramente definidas y ubicadas geográficamente. Ellos quieren unificarse. Pero eso es lo que nosotros vamos a impedir. Tenemos las capacidades, y estamos desarrollando las operaciones a lo largo y ancho del territorio nacional para evitar que esto ocurra”, siguió el general bajo órdenes de Duque.
El presidente colombiano advirtió que su gobierno "no acepta amenazas" y ofreció una recompensas cercana al millón de dólares por información que permita la captura a Márquez y sus diez cabecillas. El gobierno de Duque señaló además a Gentil Duarte, uno de los líderes de las FARC que desertó hacia Venezuela incluso antes de la firma de los acuerdos, de ser el enlace entre el régimen de Maduro y el grupo armado: "Duarte los financia, los apoya económicamente y los armó. Se encarga de prestarles seguridad, pero eso no quiere decir que sus hombres no estén subyugados a Márquez".
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Voces. Márquez fue una de las cabezas de equipo negociador de las FARC en los diálogos de paz de La Habana. Y fue designado senador por el ex partido guerrillero, cargo que no asumió porque a mediados de abril de 2018 eludió el radar y pasó a la clandestinidad hasta la semana pasada, cuando se difundió su discurso de vuelta a las armas: “En dos años, más de 500 líderes y lideresas del movimiento social han sido asesinados, y ya suman 150 los guerrilleros muertos en medio de la indiferencia y la indolencia de un Estado. Todo esto, la trampa, la traición y la perfidia, la modificación unilateral del texto del acuerdo, el incumplimiento de los compromisos por parte del Estado, los montajes judiciales y la inseguridad jurídica, nos obligaron a regresar al monte”.
“La motivación política no considero que la tengan”, contestó Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, líder de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), el partido político en que se transformó la desmovilizada guerrilla de las FARC-EP. “No sé si narcotráfico o qué, pero en todo yo veo una motivación personal, individual”, marcó Timochenko despegándose de Márquez, sobre quien pesa un pedido de captura y extradición expedido por Estados Unidos bajo cargos narcotráfico. Londoño reafirmó que el 95% de los desmovilizados están comprometidos con la paz, y que se encuentran es sus procesos de reincorporación a la vida civil. Y rechazó las declaraciones "dirigidas a aprovechar la situación para llamar al incumplimiento de lo pactado por el Estado colombiano con la insurgencia de las FARC".
Embestida. Colombia potenció en la última semana los operativos militares en zonas fronterizas. Arrestaron a siete disidentes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el norte de Santander. Y los bombardeos dejaron un saldo de nueve muertos entre los que se contó uno de los cabecillas del grupo de disidentes , Gildardo Cucho.
Pero la escalada puso en pie de guerra a Venezuela. Maduro ordenó "poner a tono todo el sistema de armas". “Resulta insólito que Iván Duque con absoluta desfachatez, pretenda desplazar hacia terceros países y terceras personas su exclusiva responsabilidad en el planificado desmontaje del proceso de paz y el incumplimiento de los compromisos asumidos y firmados por el estado colombiano", fue la respuesta oficial del gobierno venezolana, un comunicado leído por el canciller Jorge Arreaza.
Desde el gobierno venezolano temen que esta sea la excusa para una intervención militar externa pero también interna: los rumores de contactos de altos mandos del ejército bolivariano con EEUU siguen sonando.
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