Es cierto que el fallo dividido de la Corte Suprema sobre quién paga el alivio de Ganancias e IVA es discutible y hasta sospechoso por la inusual celeridad del tribunal. Pero si el gobierno de Mauricio Macri le echa la culpa al máximo tribunal –como está haciendo Elisa Carrió-, va a terminar la campaña como Boca en el Monumental, buscando en los jueces un chivo expiatorio para no hacer la autocrítica necesaria antes de encarar la revancha con dignidad e ideas claras, y no a los pelotazos.
En su desesperado intento por “darla vuelta”, el Gobierno no quiere ver la obviedad de que, inevitablemente, una batería de medidas económicas disruptivas, aunque sean justas, van a generar resistencias y desajustes graves que no pueden amortiguarse en un par de días y en un escenario de debilidad política propio de esta víspera electoral.
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El macrismo está haciendo todo al revés, pero se queja de que le pongan el país pata para arriba. El shock que no se animó a lanzar al principio del mandato, cuando tenía el envión social a su favor, lo está queriendo imponer ahora, pero en sentido contrario: en 2015 era un ajuste, hoy promete un salariazo a repetición, de dudosa consistencia macroeconómica.
En las propias filas oficialistas, se nota la falta de un plan de juego para dar vuelta un partido que viene muy difícil. La ministra Carolina Stanley salió a aclararle al candidato a vice de Macri que la ecuación de pleno empleo en la comunidad inmigrante venezolana no es tan clara como la plantea Miguel Pichetto. Y los reclamos de humildad autocrítica que Julio Cobos le dirige al Presidente tampoco ayudan a la cohesión del equipo, mientras el director técnico está enfocado en cantar el “Sí, se puede” a coro con su tribuna incondicional.
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Si las cuentas fiscales macristas de verdad permiten hoy dar por terminado el torniquete que enojaba a parte de su electorado, no se entiende por qué no se lanzó el alivio antes de las PASO, cuando el escenario financiero era más estable. Es muy inverosímil este repentino cambio de ciclo económico que anuncia Macri para su hipotética reelección. Le piden plan 2020 a Alberto Fernández, que por cierto todavía lo debe, pero ya no se entiende cuál sería la economía PRO si el oficialismo se queda.
Acaso inspirado en el Boca de anoche, Macri parece apostar a la táctica del pelotazo que cualquier equipo derrotado intenta en tiempo de descuento. Esperando el milagro que, si no llega, al final será culpa del maldito VAR.
*Editor ejecutivo de NOTICIAS.
por Silvio Santamarina*
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