En su portada del 7 de abril, la revista Time reveló de que gracias a los experimentos biotecnológicos de la empresa Colossal Biosciences, una especie de lobos extintos del planeta hace más de 10.000 años volvieron a la vida. Rómulo, Remo y su hermana menor, Khaleesi son los lobos terribles, que con apenas 6 meses de vida, ya alcanzan 1.20 metros de altura, pesan 36 kilogramos y se estima que podrían llegar a medir 1.80 metros y pesar hasta 70 kilogramos.
Según Rick McIntyre, un investigador especializado en estos mamíferos, retirado del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos y asesor de Colossal, los lobos gigantes se extinguieron porque eran cazadores especializados que se alimentaban de animales grandes como el mamut y el bisonte de la Edad de Hielo, que pesaban hasta 1680 kg. Cuando las presas desaparecieron, también lo hicieron sus depredadores.
Según los científicos, el comportamiento de estos animales es receloso. Mantienen una clara distancia con los humanos y se alejan si alguien intenta acercarse. Incluso uno de los cuidadores que los ha criado desde el nacimiento apenas puede aproximarse antes de que los animales se tensen y se retiren. Esta actitud no corresponde a la de un perro domesticado, sino a la de un auténtico lobo salvaje , que hasta se podría remitir a las mascotas y emblema de la familia Stark de la serie Game of Thrones,
Estos cuadrupedos habitaron vastas regiones del continente americano, extendiéndose desde las gélidas tierras de Canadá hasta los trópicos de Venezuela, antes de extinguirse hace más de 10.000 años. Gracias al ADN antiguo extraído de estos fósiles, científicos de Colossal lograron descifrar el genoma completo de esta especie extinta, reescribiendo el código genético de lobos grises modernos para replicar las características del lobo terrible. Posteriormente, emplearon perras domésticas como madres sustitutas para gestar a los primeros cachorros de esta nueva generación, que marca el regreso del legendario depredador.
En el informe se detalla que los lobos nacieron en tres partos distintos entre el otoño de 2024 y el invierno de 2025 en una ubicación confidencial de Estados Unidos, donde actualmente viven bajo estricta protección. En su ambicioso listado figuran también especies como el mamut lanudo, el dodo y el tilacino, o tigre de Tasmania. De hecho, en marzo de este año, la empresa sorprendió al mundo anunciando la creación de un “ratón lanudo” con características del mamut, como su pelaje dorado y su metabolismo adaptado al frío.
La empresa, fundada en 2021 y que cuenta con más de 130 científicos, asegura que esta tecnología no solo mira al pasado, sino también al futuro. Según sus directivos, lo aprendido al restaurar especies extintas podría servir para fortalecer especies actuales en peligro, haciéndolas más resistentes al cambio climático o a enfermedades. Por ejemplo, los avances con el lobo terrible podrían ayudar a proteger al lobo rojo, una especie actualmente en peligro de extinción.
“Somos una fuerza evolutiva en este momento”, sostuvo Beth Shapiro, directora científica de Colossal y detalló: “Estamos decidiendo qué especies tendrán futuro”. “Si queremos un futuro bionumeroso y lleno de gente, deberíamos darnos la oportunidad de ver qué pueden hacer nuestros grandes cerebros para revertir algunas de las consecuencias negativas que ya hemos causado al mundo”, agregó.
El Centro para la Diversidad Biológica advirtió que el planeta podría perder el 30% de su diversidad genética para 2050. Shapiro y el director ejecutivo de la compañía, Ben Lamm, ven la ingeniería genética como una herramienta moralmente necesaria para revertir este desastre ecológico. Aunque el avance es impresionante, no todos están convencidos. Hay quienes advierten sobre los riesgos éticos, biológicos y ecológicos de traer de vuelta a especies extintas. Algunas especies reintroducidas en el pasado se volvieron invasoras, afectando gravemente a los ecosistemas. Además, la clonación y edición genética todavía presentan desafíos: defectos al nacer, problemas inmunológicos o sufrimiento para las madres sustitutas.
“Existe riesgo de muerte. Hay efectos secundarios graves”, afirmó Robert Klitzman, experto en bioética de la Universidad de Columbia. La tecnología de clonación sigue generando complicaciones en los animales clonados, como un tamaño excesivo al nacer, malformaciones en los órganos, envejecimiento acelerado y trastornos en el sistema inmunológico. Asimismo, el proceso de clonación puede resultar perjudicial para la madre sustituta que lleva al embrión clonado. “Eso conlleva mucho sufrimiento. Habrá abortos espontáneos”, concluyó.
Desde que nacieron, los lobos terribles viven en una reserva ecológica de 817 hectáreas en un lugar secreto de Estados Unidos, protegido por Colossal para asegurar su bienestar. Esta área es mucho más grande que la pequeña zona que visitó Time. La reserva está cercada por una valla de 3 metros y cuenta con una pequeña área de 2,4 hectáreas que incluye una clínica veterinaria, refugios para climas extremos y guaridas naturales, donde los lobos pueden estar seguros. Un equipo de veterinarios se encarga de ellos las 24 horas.
Finalmente, los lobos se alimentan principalmente de carne de res, caballo y ciervo, junto con vísceras y pienso para cachorros para cubrir sus necesidades nutricionales. Cuando eran pequeños, la carne se les daba en puré, pero ahora la reciben entera para que puedan desgarrarla como lo harían en la naturaleza. Aunque no han cazado presas vivas en su recinto, sus cuidadores se sienten atentos a cualquier cambio en su comportamiento.
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