DOS ESTRELLAS
Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, un interesante cineasta estadounidense llamado David Gordon Green, autor de muy buenas comedias y películas independientes. Por alguna razón, comenzó a dedicarse a rehacer (digamos, destrozar) un clásico del terror, Halloween, y le fue bien.
Ahora, vuelve con la demoledora para hacerlo con El Exorcista, película que no necesitaba nada más (tiene, de paso, dos secuelas, de las cuales la tercera es muy buena pero es otra cosa). Más allá de que el casting es “diverso” (ay, Hollywood, maldita sea tu comercialización de la culpa), vea el lector la calificación: para trece años “con reservas” (porque el nene se puede asustar con algunas escenas). Es decir, la pasteurización total de un mundo que, en los orígenes, llevaba a las raíces del problema de la fe, de la ciencia, de la familia, incluso del cine mismo.
Acá no, tenemos -viejo truco de Green, usado con Jamie Lee Curtis en sus Halloween- a la mamá de la primera película dando una mano, para declinar en femenino la película. ¿La trama? Una niña entra a un bosque, sale poseída, tiene una amiguita (una niña es blanca, la otra, negra) y las cosas se ponen feas. Eso nomás. No hay que juzgar una película por su trailer o su intención, todo es negocio, lo sabemos.
Pero aquí no hay nada más que aprovechar un nombre para hacer algo menor e insípido.
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